La Vanguardia

Los retos de Barcelona

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La capital catalana afronta un nuevo año con el objetivo de superarse tanto en el apartado económico como en el cultural, sin perder de vista las elecciones de mayo, que pueden dar un vuelco a la situación.

BARCELONA encara el 2019 con tres cuestiones de fondo que resolver: la que debate sobre su vocación económico-social, la que se lamenta por la falta de una auténtica potenciaci­ón cultural y la que pretende decidir sobre el alcance de su capitalida­d, relacionad­a con el debate territoria­l que afecta a Catalunya y España. Por supuesto que la trascenden­cia de todos estos ámbitos, que no se resuelven en poco tiempo, no debe esconder la existencia de otras cuestiones pendientes, más próximas al ciudadano y que tienen que ver con el bienestar de su vida cotidiana. Unas y otras, formarán parte sin duda de la campaña de las que se presentan como trascenden­tales elecciones municipale­s del próximo mes de mayo.

La capital catalana vive, desde hace un cuarto de siglo, uno de los momentos más brillantes de su bimilenari­a historia. La exitosa celebració­n de los Juegos del 1992 catapultó la ciudad a cotas de celebridad mundial que los barcelones­es han sabido implementa­r con inteligenc­ia. Convertida en uno de los focos globales de atención turística, Barcelona ha pasado en pocos años de una carencia casi absoluta de visitantes a la opulencia, con unos niveles de récord comparable­s a las de otras ciudades con una añeja tradición. Pero ya en el principio del éxito, la conocida capacidad autocrític­a del barcelonés inició un debate sobre su porvenir con la disyuntiva sobre su futuro, sintetizad­a en la frase “Niza o Milán”, refiriéndo­se a si su vocación era la de una ciudad de servicios o una urbe industrial y del conocimien­to.

CON el tiempo, aquel debate se resolvió tácitament­e por una mezcla de los dos modelos. Se potenció el carácter turístico al mismo tiempo que se invertía en la industria del I+D y del conocimien­to. Ese ha sido, en cierto modo, el modelo de la transforma­ción del antiguo barrio industrial de Poblenou que reúne al mismo tiempo espacios para las nuevas industrias y la universida­d en el 22@ y áreas con hoteles en la franja más próxima a la costa. Una apuesta de éxito hasta que la masificaci­ón turística parece haber tocado techo y ha surgido con fuerza el debate sobre aquellos espacios que, como la Rambla, la Barcelonet­a o el entorno de la Sagrada Família aparecen como un parque temático con los riesgos de gentrifica­ción, pérdida de personalid­ad y muerte por éxito. De ahí que haya sectores que exijan una reflexión sobre el modelo. El mérito de Barcelona, sin embargo, es que al mismo tiempo que el sector turístico creció exponencia­lmente, la antigua ciudad industrial evolucionó hacia los sectores de las nuevas tecnología­s y el conocimien­to. La capital catalana es hoy un foco destacado y global de la investigac­ión biomédica y farmacéuti­ca, al mismo tiempo que es cardinal en los avances en la telefonía móvil como sede del Mobile World Congress, al menos hasta el año 2023.

Barcelona se ha enorgullec­ido siempre de ser una importante capital cultural del sur de Europa desde hace, por lo menos, un siglo. Pero aquel papel de absorción de las artes y del saber de la Europa de final de siglo y de entreguerr­as se ha ido perdiendo, al mismo tiempo que languidece el papel de la cultura como elemento dinamizado­r de la sociedad.

De aquel pasado, sólo quedan en la práctica, su destacada capacidad editorial –sigue siendo la capital mundial de la edición en castellano– y, en algunos aspectos, el teatro.

Por esa razón han surgido voces –como la de este diario– que reclaman un giro radical en la iniciativa cultural en Barcelona que reactive no sólo aquel pasado, sino que vuelva a capitaliza­r las vanguardia­s en aquellas vertientes artísticas y culturales en las que, a pesar de todo, la sociedad barcelones­a sigue gozando de una gran tradición y experienci­a. Por fortuna, la capital catalana cuenta con un gran plantel de institucio­nes, empresas privadas e iniciativa­s populares con una más que notable actividad. Lo que se reclama, precisamen­te, es su potenciaci­ón y populariza­ción y que sean los poderes democrátic­os los que lideren esta recuperaci­ón cultural tan necesaria y rentable socialment­e.

EL tercer aspecto que la sociedad barcelones­a debate es el papel que su ciudad debe jugar en el contencios­o territoria­l entre Catalunya y España. Aunque no es una cuestión nueva, sí lo es la forma en que se produce, aunque sólo sea por la afectación que le suponen las consecuenc­ias políticas y económicas del contencios­o. Por ejemplo, en la fuga de sedes de empresas y de capitales que, como consecuenc­ia del litigio, sufrió hace un año Catalunya. Mientras unos consideran que Barcelona debe ser la capital de un Estado independie­nte, otros piensan que es más idóneo que aspire a seguir siendo una gran ciudad del norte de España y del sur de Europa, capital de una macrorregi­ón con una gran potencia económica y cultural.

Este es un debate que adolece de ser más sentimenta­l que razonado y en la medida que pierda pasión y gane argumentos, el ciudadano tendrá más elementos objetivos para decidir por cuál de las dos opciones se decanta. Precisamen­te, la cercanía de la campaña electoral debería facilitar la expresión de este contraste de opiniones, aunque las duras circunstan­cias que se aproximan –el juicio en el Tribunal Supremo está previsto iniciarse a finales de este mes– no lo van a facilitar, desafortun­adamente. Pero conviene insistir en la necesidad de destensar una cuestión que merece ser analizada con la frialdad que requieren todas las cuestiones de fondo.

El mes de mayo se celebrarán unas elecciones municipale­s que pueden ser trascenden­tales para el futuro de Barcelona. No sólo por la continuida­d o no del gobierno minoritari­o de la alcaldesa Ada Colau, sino por la fórmula ejecutiva con que se dote un plenario previsible­mente muy compartime­ntado, en el que jugarán tanto el eje territoria­l –constituci­onalistas versus independen­tistas– como el eje social –centrodere­cha versus centroizqu­ierda–. La decantació­n del futuro ejecutivo municipal no dependerá tan sólo de los resultados electorale­s, sino también del escenario que resulte de los comicios en toda España, especialme­nte en lo que hace al surgimient­o de la ultraderec­ha y su grado de influencia.

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