Roth en la ficción
Halliday publica una potente novela que evoca su relación con el eterno candidato al Nobel
La que fuera pareja de Philip Roth, Lisa Halliday, dibuja en Asimetría la historia de una pareja inspirada en su propia experiencia vital junto al genial escritor neoyorquino.
Un relato inspirado en la relación que la autora mantuvo con Philip Roth es el gancho de Asimetría (Alfaguara), opera prima de Lisa Halliday (Massachusetts, 1976). Pero el libro va más allá del morbo de esa historia entre los personajes ahí llamados Alice y Ezra Blazer, la cual sólo ocupa la primera de las tres partes de la novela; en la segunda se narran los recuerdos y reflexiones de un estadounidense de origen kurdo-iraquí, Amar, durante su retención en el aeropuerto de Heathrow; y en la tercera, más breve, una entrevista radiofónica a Ezra que ilumina los vínculos entre Alice y Amar. El conjunto es una poderosa panorámica sobre la vida, las relaciones humanas y el dolor de la guerra. La obra se publica en España tras haber triunfado y obtenido el premio Whiting en Estados Unidos.
El texto, como indica su título, está construido a base de disparidades, tanto dentro de cada uno de los capítulos como entre los dos que mandan. El primer desequilibrio se refiere a las edades y bagajes de Alice y Ezra, ella una joven asistente editorial y él un consagrado y achacoso escritor. Luego, en la parte sobre Amar Alá Yaafari, están las diferencias culturales y distancias geográficas entre el rico y pacífico Occidente y el apurado y convulso Oriente Próximo.
También las maneras de contar las cosas que se narran en los dos relatos principales contrastan al máximo. El romance entre Alice y Ezra, siendo tan privado, se desgrana en tercera persona. Amar, en cambio, habla por sí mismo para revelar vivencias y pensamientos que, aunque ligados a la actualidad, adquieren un tono profundo e intimista.
“Al principio –comenta Halliday–, pensé en juntar a Alice y Amar en el mismo relato; que se conocieran y fueran coetáneos. Pero, al ponerme a escribir, esa convivencia me resultó forzada. Y, como Ezra dice en la tercera parte, las relaciones no funcionan si uno trata de forzarlas. Luego leí Amor en Venecia, muerte en Benarés, novela de Geoff Dyer con dos partes escritas con estilos muy diferentes pero con conexiones implícitas, y el esquema me dio la idea de separar mis dos relatos”, añade. Finalmente, y ya sobre la marcha, la escritora se inventó esa tercera parte que, a modo de epílogo, utilizó para subrayar “las asimetrías pero también las conexiones” entre las historias de Alice y Amar.
Los parecidos entre las parejas Alice-Ezra y Lisa Halliday-Philip Roth son limitados, aclara la autora. “No entraré en detalles, pero ni el principio ni el desarrollo ni el final del libro se parecen al inicio, la evolución y el desenlace de mi relación con Philip”, señala. “He escrito una novela”, remarca aun asumiendo que el romance ficticio “se inspira” en el real. La mayor similitud reside precisamente, indica, en el juego entre ficción y autobiografía que Asimetría contiene, a semejanza de gran parte de la obra de Roth.
Hay además unos cuantos aspectos comunes entre el verdadero Roth y el personaje de Ezra. “Los dos viven en el mismo barrio (de Nueva York), son judíos y, como escritores, tienen éxito y han ganado casi todos los premios existentes”. En este último punto, sin embargo, Halliday se tomó una licencia que de algún modo vengaba la condición de Roth de “eterno candidato” al más importante de los galardones literarios, que nunca le dieron: “Por supuesto, Ezra sí que gana el Nobel, y en concreto lo recibe en lugar de Mario Vargas Llosa (en el 2010)”, ríe la novelista. En compensación por este robo para la ficción, Blazer aparece en la novela leyendo un libro del peruano, La orgía perpetua.
Asimetría busca explorar las conexiones entre la imaginación y la empatía humanas en la era de la información. La escritora lo explica así: “Con tanto y tan amplio acceso a otras culturas, a imágenes diversas y a noticias inmediatas a través de la red, creo que los problemas relacionados con asuntos tan candentes como la inmigración o las relaciones de poder entre hombres y mujeres se resumen en la verdadera capacidad o incapacidad de cada cual para imaginarse lo que significaría ser el otro”.
Lisa Halliday no tiene cuenta en Facebook, Twitter ni ninguna otra red social. Y, aunque utiliza internet para documentarse, trata de “protegerse” de la web mediante periodos de desconexión que le permitan concentrarse “sin interferencias” y reflexionar sobre lo que ha leído y aprendido: una estrategia que en su opinión se va extendien- do en todo el mundo pese a “lo difícil que para muchos resulta llevarla a cabo”. La literatura, como el arte o el cine, son a su juicio buenos antídotos frente a la ciberdependencia. “Muchas personas tratan de resolver el problema de la soledad a través de internet, y quizá lo único que consiguen es estar aun más solas. Yo me siento menos sola entre las
El noveslista elogió la novela antes de fallecer, y Halliday dice: “Nunca hubiera escrito algo que le disgustara”
páginas de un libro”, afirma.
Philip Roth leyó la novela de Halliday antes de fallecer, en mayo pasado, y envió a su vieja amiga un e-mail en el que la calificaba de “logro considerable” y le dejaba claro que le había encantado. Ella agrega: “Es que nunca hubiera escrito algo que disgustara a Philip”.