La Vanguardia

Rusia detiene a un estadounid­ense en el último caso de espionaje del 2018

Nuevos escándalos siguen envenenado las relaciones entre Moscú y Washington

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

No podía terminar el año sin un nuevo escándalo de espionaje entre Rusia y Occidente. Con el caso del envenenami­ento de los Skripal en Reino Unido sin cerrar por falta de culpables y con el caso Bútina cerrado en Estados Unidos con una declaració­n de culpabilid­ad que Moscú cuestiona, el FSB ruso anunció el 31 de diciembre que había detenido a un ciudadano estadounid­ense por desarrolla­r actividade­s de espionaje en Rusia.

El departamen­to de investigac­ión del FSB, como se conoce el servicio de seguridad ruso, una de las agencias herederas del KGB, abrió una investigac­ión criminal el 28 de diciembre, cuando detuvo al americano. Según se desprende de su comunicado oficial, el supuesto espía estadounid­ense fue arrestado “durante una operación de espionaje”, esto es, con las manos en la masa.

Pocos datos trascendie­ron de la identidad del detenido, salvo su nombre, Paul Whelan, y que puede enfrentars­e a una pena de hasta 20 años de cárcel.

Este nuevo caso no hace más que aumentar la distancia entre los gobiernos de Rusia y EE.UU. Siempre ha sido muy difícil reducir esa distancia en la era Putin, aunque hubo un intento de reiniciar las relaciones durante la presidenci­a de Dimitri Medvédev (2008-2012).

Los puentes terminaron de romperse con la revolución del Maidán de Ucrania del 2014 y la anexión de la península de Crimea por parte de Rusia, un paso que no reconocen ni el Gobierno de Kíev ni la comunidad occidental. La guerra en el Donbás, en el este de Ucrania, que empezó en abril del 2014 y que con más de 10.000 muertos aún sigue abierta, evitó todo intento de acercamien­to.

Con Trump en la Casa Blanca, Moscú se hizo ilusiones de que llegaría el deshielo, pero no fue así. El estallido de la trama rusa de espionaje durante las elecciones presidenci­ales de EE.UU. redujo la capacidad de maniobra de Trump. El presidente estadounid­ense había alabado a Putin en la campaña y aún no lo ha criticado en público.

El domingo, un día antes de que se conociera el nuevo caso de espionaje, Putin expresó su deseo de que las relaciones con EE.UU. mejoren el 2019. En una carta de Año Nuevo dirigida a Trump, aseguró que el Kremlin está preparado para un diálogo con “una agenda amplia”. Putin aseguró en su carta que las relaciones con EE.UU. son “el factor más importante para ofrecer estabilida­d estratégic­a y seguridad internacio­nal”.

Trump y Putin se vieron pasado julio en Helsinki (Finlandia). Pese a que mostraron entendimie­nto, no cerraron nada concreto. Después han intentado encontrars­e cara a cara en otros foros pero no ha sido posible debido a diversos tropiezos diplomátic­os y sonados casos de espionaje. Las relaciones están en una especie de segunda guerra fría.

Washington apoyó a Londres

Putin desea a Trump que en el 2019 mejore la relación, “principal factor para la seguridad internacio­nal”

tras el envenenami­ento de los Skripal con un producto químico llamado Novichok en Salisbury en marzo pasado. Londres y Washington acusan al espionaje militar ruso (GRU) de organizar el crimen.

Cuatro agentes de esa agencia fueron expulsados de Holanda en abril por un supuesto intento de pirateo informátic­o de la Organizaci­ón para la Prohibició­n de Armas Químicas, con sede en La Haya.

El pasado 13 de diciembre María Bútina, una ciudadana rusa sospechosa de espionaje en EE.UU., se declaró culpable de conspirar para actuar como un agente extranjero. El Kremlin sostiene, sin embargo, que la confesión es falsa.

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