Dimisiones por sorpresa en la portavocía del Papa
El director y la subdirectora de la sala de prensa renuncian
Quizá no alcance la categoría de intriga palaciega atribuida con frecuencia a la política vaticana y sus luces y sombras, pero la renuncia del portavoz del Papa y de su segunda han causado una tremenda sorpresa que, por supuesto, ha superado los límites de la ciudad Estado incrustada en Roma. El estadounidense Greg Burke, portavoz vaticano, y la viceportavoz, la española Paloma García Ovejero, han presentado su renuncia sin que hayan trascendido los auténticos motivos de su adiós repentino.
Las causas están todavía por aclarar, pero todo parece indicar que estarían relacionadas con una serie de nuevos cambios en la estructura vaticana de comunicación impulsados por el propio papa Francisco. Burke dejó caer en su cuenta de Twitter que su marcha y la de su mano derecha tenían que ver con este tiempo de transición en la estructura comunicativa del Vaticano: “Creemos que es mejor que el Santo Padre sea completamente libre de elegir un nuevo equipo”.
El Vaticano emitió inmediatamente una nota informando de que de forma interina se iba a hacer cargo de la sala del prensa –dirección que recaía hasta ahora en Burke– el periodista italiano Alessandro Gisotti, de 44 años, que hasta ahora era el coordinador de los medios sociales en el Dicasterio (ministerio) para la Comunicación. El responsable de dicho dicasterio, Paolo Ruffini, nombrado el pasado mes de julio y convertido en el primer laico sobre cuyas espaldas recae esta responsabilidad, quiso reconocer la profesionalidad de los portavoces ahora dimitidos y dijo que su renuncia respondía a “una autónoma y libre elección”.
Ruffini y Gisotti se presentan como los hombres fuertes que parecen haberse hecho con la dirección de los cambios que está impulsando Francisco en el ámbito de la comunicación. Se trata de una nueva etapa en la que ya no estarán ni Burke ni García Ovejero.
El pasado 18 de diciembre puso a otro periodista italiano, Andrea Tornielli, a cargo de la dirección editorial del Dicasterio para la Comunicación, un cargo creado durante la reforma comunicativa pero que había quedado vacante hasta la fecha.