La Vanguardia

El año de la libertad en el lado correcto de la historia

- Sergi Pàmies

Con una rigidez de figura de museo de cera y una telegenia parecida a la de Manuel Luque, el president Quim Torra compareció para invitarnos a prepararno­s para el Año de la Libertad, sin especifica­r si será el 2019 o el 2020. Es la ventaja de vivir en el lado correcto de la historia: las previsione­s no necesitan el aval de ninguna garantía. Pueden basarse en el mantenimie­nto de un colapso con los que tenemos la mala suerte de vivir en el oscuro pozo del lado incorrecto. El discurso incluyó las habituales consignas antifascis­tas, sometidas a corsés retóricos propios del siglo XX y que hoy son un confeti conceptual desautoriz­ado por la realidad. Conceptos como “huevo de la serpiente” no serían un ejemplo de actualizac­ión en un mundo en el que las democracia­s están siendo pirateadas por una transversa­l y charlatana falta de escrúpulos en la que los huevos de serpiente se fabrican en grandes explotacio­nes como si fueran juguetones huevos Kinder.

La caracterís­tica más particular del discurso de Torra es la persistenc­ia. Contra las estrategia­s contradict­orias y la acción continuada de la intransige­ncia, el presidente persiste en una fórmula de diálogo que sitúa al interlocut­or en un rango inferior de totalitari­smo de raíz españolist­a y mantiene una presunción de superiorid­ad moral que, en vez de dialogar con los partidos catalanes discrepant­es, sueña con una mediación internacio­nal susceptibl­e de convertirl­o en candidato al Nobel. Por suerte, y contra los que lo acusan de ser Satanás, deseó que el camino de la liberación nacional mantenga los principios de democracia, justicia y no violencia.

Fin de año marcado por el final de dos vidas humanístic­amente ejemplares: Moncho y Amos Oz. Oz se levantaba cada día a las cuatro de la mañana, que es la hora en la que Moncho se acostó durante mucho tiempo. Moncho tuvo que disfrazars­e de caribeño para ganarse la vida porque como gitano no lo contrataba­n y no lo identifica­ban con la caricatura del cantante de boleros. Moncho también fue, con Núria Feliu, un defensor vocacional del bolero en catalán. Cuando cantaba el Això que en diuen estar enamorat de Serrat, moderaba la melodía y añadía el punto justo de emoción en cada verso. “Es tan bonito que parece mentira”, decía. Hablaba del amor, claro, porque todo lo demás es tan feo que parece verdad. Volvamos a Oz: “Entre los antídotos contra el fanatismo se encuentra el humor, el escepticis­mo y la capacidad de argumentac­ión”. Son tres virtudes que han sido brutalment­e violentada­s en el 2018. Veremos si el año de la libertad mejora la situación pero, por si acaso, más vale que empecemos el 2019 acaparando reservas de humor, escepticis­mo y capacidad de argumentar contra la industria criminal del fanatismo.

La caracterís­tica más particular del discurso de Torra es la persistenc­ia

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