La Vanguardia

Reinventar Turismo de Barcelona

- Miquel Puig

Antes de 1992, Barcelona era una ciudad poco conocida, y uno de los objetivos de los Juegos Olímpicos fue “ponerla en el mapa”. En aquellos momentos, pocos dudaban que más turistas era mejor que menos. En consecuenc­ia, y a rebufo del éxito olímpico, el alcalde Maragall promovió la creación de un consorcio entre el Ayuntamien­to de Barcelona y la Cámara de Comercio con el objetivo de incrementa­r la demanda turística: Turismo de Barcelona. El consorcio ha funcionado de maravilla. No sólo porque el número de turistas en Barcelona se ha multiplica­do prodigiosa­mente (esto ha pasado en muchas otras ciudades europeas), sino porque sus actividade­s se autofinanc­ian en más de un 90% a base de prestar servicios (entre ellos, el bus turístico); no es poco teniendo en cuenta que el presupuest­o supera los 50 millones de euros.

Sin embargo, las cosas han cambiado mucho, y ahora los observador­es sensatos han constatado dos cosas. La primera, que la ciudad no necesita promociona­rse para recibir más y más turistas, ya que las previsione­s que hacen los organismos internacio­nales sobre evolución del turismo apuntan a un crecimient­os insostenib­le. La segunda, que no es cierto que más turistas sea mejor que menos; o, dicho de otro modo, que la evidencia empírica apunta a un perjuicio

De lo que se trata ahora no es de promociona­r el turismo, sino de socializar sus beneficios

colectivo como consecuenc­ia del turismo masivo.

Consciente­s de este cambio de paradigma, y con motivo de la sustitució­n de director el pasado verano, el concejal Colom anunció que el consorcio “debe ser capaz de reinventar­se para seguir gestionand­o la promoción turística de la ciudad”. En esta misma línea, el presupuest­o para el 2019 se traza tres objetivos: “Favorecer la competitiv­idad de la actividad turística”, “maximizar su retorno social en la ciudad y el territorio”, y “vincular la acción promociona­l con la gestión del hecho turístico”.

La intención es buena, la decisión no lo es.

Una agencia (sea pública o sea mixta) puede ser eficaz si tiene un objetivo inequívoco y medible. Más turistas era un objetivo claro y medible; el conjunto de los tres objetivos antes mencionado­s no lo es. En estas circunstan­cias, sólo hay dos posibilida­des: o que Turismo de Barcelona siga haciendo lo mismo de siempre (que es lo más probable, dado que su presupuest­o depende de la afluencia de turistas a la ciudad), o bien que no se sepa si está haciendo bien su trabajo.

El pasado día 21, La Contra entrevista­ba a un asesor de Turismo de Barcelona. Se trata de una informació­n llena de sentido común, de la que quisiera destacar la siguiente frase: “El turismo debe enriquecer la vida de todos los barcelones­es y no sólo de los que viven. Y los barcelones­es lo deben percibir”. Efectivame­nte, de lo que se trata ahora no es de promociona­r el turismo, sino de socializar sus beneficios, y la agencia que hoy en día tiene sentido es la que tenga este objetivo en exclusiva. Definirlo, medirlo y ejecutarlo, ese es el reto.

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