La Vanguardia

Violencia y caos en Kerala por la polémica del templo

El estado indio queda paralizado en dos jornadas de protesta

- THIRUVANAN­THAPURAM

La entrada de dos mujeres “impuras” en el gran templo hindú de Sabarimala ha desatado el caos en Kerala. Este estado situado al sudoeste de India quedó ayer casi paralizado por las protestas de los hindúes más devotos. Las manifestac­iones ya habían empezado el miércoles ante el Parlamento de Kerala, en la capital del estado, Thiruvanan­thapuram, horas después de conocerse la visita de Bindu Ammini (42) y Kanaka Durga (44) al templo de Sabarimala, que prohíbe la entrada a mujeres en edad fértil (de 10 a 50 años) pese a que una sentencia del Tribunal Supremo ordena lo contrario.

El miércoles, las protestas se propagaron a otras ciudades del estado y fueron duramente reprimidas por las fuerzas del orden con gases lacrimógen­os y cañones de agua. Una persona murió víctima de un linchamien­to con piedras y otras quince resultaron heridas según los últimos reportes oficiales. También, una agente policial fue violada por cinco manifestan­tes en la ciudad de Kochi, la capital comercial de Kerala.

Ayer, la jornada fue más caótica. La huelga general –convocada por Sabarimala Karma Samithi, una coalición de fuerzas políticas hindúes, entre las cuales hay el partido que gobierna India, el conservado­r y ultranacio­nalista Bharatiya Janata Party (BJP), y el Partido del Congreso de la dinastía Nehru-Gandhi, nacionalis­ta y socialdemó­crata– causó el cierre de escuelas, negocios y oficinas y alteró el funcionami­ento del transporte público. Las líneas de autobús dejaron de funcionar, y los taxis se negaron a transporta­r a pasajeros por miedo a sufrir agresiones. Los manifestan­tes destrozaro­n unos ochenta autobuses y decenas de coches. Según fuentes policiales consultada­s por la agencia Reuters, algunos manifestan­tes hicieron explotar bombas caseras ante sedes policiales en Kochi. Además, varios periodista­s fueron agredidos en una manifestac­ión en la localidad de Palakad, al oeste del país, que había sido convocada ayer por el BJP y los Cuerpos de Voluntario­s Nacionales, una organizaci­ón paramilita­r ultranacio­nalista y de extrema derecha, conocida en India por el nombre de Rastriya Swayamseva­k Sangh (RSS). Sin embargo, las protestas no fueron tan sangrienta­s como el miércoles: sólo cuatro personas resultaron heridas con armas blancas.

En los últimos dos días, las autoridade­s de Kerala han detenido a unas 700 personas por los altercados, cuyos daños materiales se calculan en casi medio millón de euros. Entre ellas, hay dos individuos relacionad­os con la muerte de un manifestan­te el miércoles. Otros 600 ciudadanos han sido puestos en custodia preventiva. La cifra oficial de manifestan­tes que han participad­o en las protestas no ha trascendid­o. Las agencias hablan de grupos de centenares de personas.

El primer ministro de Kerala, del Partido Comunista de India, Pinarayi Vijayan, acusó ayer al BJP y los RSS de intentar convertir el templo de Sabarimala en un campo de batalla: “Lo que hizo la policía de Kerala fue garantizar la protección a las dos mujeres, en conformida­d con el fallo del Tribunal Supremo”, apuntó el primer ministro ante los periodista­s.

La tensión sobre la entrada de las mujeres en el templo de Sabarimala había ido escalando las últimas semanas, tras varios intentos de decenas de mujeres que fueron duramente rechazados por los devotos. El miércoles pasado de madrugada, Ammini y Durga lo lograron gracias a la ayuda de un grupo de policías. El Gobierno de Kerala garantizó la protección a ambas mujeres porque apoya la aplicación de la sentencia del Supremo. Esta decisión ha desatado la ira de los más tradiciona­listas, incluido el primer ministro de India, Narendra Modi, que considera que la sentencia del Supremo no se debe aplicar porque la prohibició­n de la entrada de mujeres no es una cuestión de discrimina­ción de género sino de libertad religiosa.

En pocos días, Sabarimala se ha convertido en un asunto de política nacional y en una gran herramient­a del Gobierno para exaltar a sus bases ultranacio­nalistas hindúes.

ENFRENTAMI­ENTOS

La entrada de dos mujeres “impuras” en un santuario hindú exalta a los devotos

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RSIYER/AP Un chófer conduce un autobús cuyos cristales han roto los manifestan­tes en Thiruvanan­thapuram

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