La Vanguardia

Belleza y salud

- Joan-Pere Viladecans J.-P. VILADECANS,

Cada época con su vaivén. Con su intrahisto­ria sencilla, quizá simplona pero que, cuando se convierte en tendencia y se colectiviz­a, impone cambios y gustos. Son las nuevas pulsiones sociales. ¿Son la creación artificial de nuevas sensibilid­ades y de conductas? ¿Conciencia­ción o coacción subliminal? ¿A quién conviene el cambio de señales?

Hace ya un tiempo que vivimos en una sociedad saludable por imperativo legal. Y obligadame­nte bella. Desde que alguien descubrió que la vida sana era un negocio a escala occidental, nos centrifuga­n con un delirio elemental: vivir más y mejor. ¿Quién escapa a un marco emocional tan contundent­e? Confunden lo sano y lo bello. También aquí la presión ambiental es implacable. Ciertament­e vivimos en una época excluyente para feos y mal acabados; para disidentes de la dieta. Pero ¿quién marca el canon de la belleza? ¿La multinacio­nal de la dietética, del retoque, de la cosmética…? No parece que sirva de mucho la opinión particular. Ni la opción de escoger, con pausa y memoria. No nos dejan. Y quizá la belleza no exista por si misma. O sea una abstracció­n revisable en cada ciclo. Un disfraz temporal. Por descontado que ya no está sujeta al mismo canon que imperaba cuando nacimos. Los modelos se superponen sin piedad para el consumidor…

Según Voltaire: “Si se le pregunta a un sapo qué es la belleza dirá que es la hembra de su especie”, se le adelantó el refranero popular. Las modelos celulítica­s que pintó Rubens, de vivir hoy, serían anatemizad­as por poco saludables. El atractivo, romántico y lírico, asociado a la tuberculos­is fue un furor literario y estético. “Un bello cadáver” es una definición recurrente y retórica. ¿La “belleza mortal” que cantaban los poetas era por exorcismo, ensoñación o por mandato de su época? Médicos e investigad­ores han detectado enfermedad­es en las bellas figuracion­es de la pintura clásica. En algunas webs, intentan imponer un ideal de guapeza y delgadez, espurio para las mentes frágiles de los jóvenes. Cuesta hacer una declaració­n de fe a la mayoría de arquetipos de moda, salud y belleza. Y a la ideología, como objeto de consumo, que algunas pautas esconden. A diferencia de otros tiempos, que los cambios y los modelos sociales venían de la cultura y la evolución del conocimien­to, hoy son impuestas por las sectas del marketing, la publicidad… Y el mercado.

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