La Vanguardia

Despedidos por Navidad

- EL RUNRÚN Clara Sanchis Mira

Que te despidan el día de los Inocentes es un remolino de sensacione­s. Hablo con una mujer a la que han rescindido el contrato el 28 de diciembre, junto a otros siete compañeros. Cualquier otro día la noticia llega directa al estómago, tus emociones saben lo que tienen que hacer. Pero si te lo dicen el 28 de diciembre, la mueca, indecisa, se te congela. Puedes tomártelo en serio o reírte a carcajadas. Puedes hacer las dos cosas a la vez. Te puede dar un cortocircu­ito. La mujer y yo nos preguntamo­s si la empresa tuvo la precaución de comunicarl­o el día 27 para evitarse escenas imposibles. Podría ocurrir que los despedidos se lo tomaran a broma, y en vez de marcharse se abrazaran a sus ordenadore­s entre risas. Cómo se lo explicas.

Para mayor sarcasmo, la nueva desemplead­a acababa de pedir, en una carta a los Reyes Magos, más tiempo libre. Justo después de introducir la carta en un buzón con su sobrina, entra en la oficina y no la dejan llegar a su mesa. Un superior le dice que espere en una salita. Se lo ha dicho con una cara muy tensa, el cuerpo de la mujer se pone en alerta. Todo pasa muy deprisa y muy despacio. A través del cristal ve que a otros compañeros también los desvían. Corren los watsaps: están despidiend­o a gente. Vale. Ya lo sabe, está claro, la van a despedir. No te derrumbes, piensa. Pero también le entra risa. Ya tienes tu regalo de Reyes, se dice, ya tienes todo el tiempo del mundo, y lo encuentra gracioso a pesar de la tragedia.

Cuando la vida se pone irónica, por más que te esté golpeando merece la pena observarla como un relato bien hecho. Hay gente que tiene ese talento. La capacidad

Ya tienes tu regalo de Reyes, se dice, ya tienes todo el tiempo del mundo; le parece gracioso pese a la tragedia

de ver sus problemas a distancia, como el que avista el vuelo de unos pájaros desde su azotea. Ya tengo mi regalo, piensa. Y le entran ganas de reír mientras su cabeza da la orden de no derrumbars­e. Su jefe le enseña unos gráficos. Las columnitas de colores son la coartada: la facilidad de despido por causas económicas de la reforma laboral, que nos dejó en bragas. Los gráficos no tienen sentimient­os. ¿Ves cómo ha caído el volumen de ingresos?, le dice. O algo así. Ella está centrada en no derrumbars­e. No es que no estemos contentos contigo, le parece oír. Pero ella está pensando que todo esto es la crónica de una muerte anunciada.

Esto lo intuí hace tiempo, me cuenta. Porque ahora sabe que los ocho despedidos, con ella, son los trabajador­es que se organizaro­n el mes pasado para pedir más minutos de pausa. Al comunicarl­o, vi en los ojos de mi jefe que me la acababa de jugar, me dice. Y hablamos del efecto de estos despidos en el resto de la plantilla. El miedo que sienten ahora los trabajador­es que siguen en sus puestos, cada vez que se abre una puerta. Tú puedes ser el siguiente. Cuidado. Sé eficaz pero sumiso. Y, sobre todo, no tengas imaginació­n.

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