Amor, paternidad y rock
Juliet, desnuda
Dirección: Jesse Peretz Intérpretes: Rose Byrne, Ethan Hawke, Chris O’Dowd, Megan Dodds
Producción: EE.UU., 2018. Duración: 105 minutos. Comedia
Resulta interesante, para tener una idea nítida del producto, reparar en el talante de sus artífices. Uno de sus productores es Judd Apatow, adalid de la comedia americana contemporánea de influencia similar a la de John Hughes en los años ochenta y noventa del siglo pasado. La novela homónima en que se inspira es de Nick Hornby, el autor de Alta fidelidad, llevada al cine por Stephen Frears. Tres guionistas la adaptan: Evgenia Peretz, hermana del director (Jesse Peretz, de prolífica actividad televisiva); la también realizadora Tamara Jenkins (recordemos La familia Savages, que le valió una nominación al Oscar como guionista) y Jim Taylor, que ganó la estatuilla al mejor guion por Entre copas, de Alexander Payne, con quien colabora habitualmente. Es fácil entender que Juliet, desnuda es una película, una comedia sentimental, diseñada hábilmente para espectadores que están en la onda, con un pie en Sundance y otro en la sensibilidad hipster.
El esqueleto argumental es tradicionalmente triangular. Una pareja atraviesa un mal momento justo cuando ella empieza a relacionarse, primero a través del correo electrónico y después personalmente, con el decadente cantante de rock a quien él, portador de todos los clichés del adulto inmaduro vistos en los últimos lustros, idolatra. Además de la inmadurez, Juliet, desnuda habla de los malos pasos dados en la vida y las (siempre aplazadas) segundas oportunidades, del deseo de maternidad y de la paternidad pésimamente gestionada.
Está repleta de lugares comunes y personajes estereotipados, pero los diálogos tienen punch y penetración, algunas escenas son dignas de una buena comedia clásica (la de la superpoblada habitación del hospital, la del encuentro en la playa o la de la cena que reúne a los tres protagonistas) y muy competente el reparto, en el que destaca un espléndido Ethan Hawke, quien, de Reality bites a Boyhood, sabe cincelar como nadie el personaje de tarambana vivalavirgen simpático. Aquí está como los chipirones: en su tinta.