La Vanguardia

La singularid­ad del Barça

- Juan B. Martínez

Los sufridos aficionado­s del Everton han compuesto una canción que loa las excelencia­s de ¡André Gomes! El club toffee dilapida dinero en las últimas temporadas con unos resultados más bien lamentable­s pero ahí continúan sus seguidores repletos de generosida­d. En Old Trafford aguantaron a Mourinho más allá de lo permisible. En Italia si entra la pelotita la manera de jugar es secundaria. Y en el Madrid el estilo, como dijo su presidente, es ganar. En el Camp Nou esto no basta. Bajo el epígrafe “singularid­ad del Barça” se puede hablar de su vinculació­n con Catalunya y el catalanism­o y de su verbalizad­a apuesta por la cantera, que tiene sus vaivenes en función de las directivas, los entrenador­es y las hornadas. Pero la singularid­ad barcelonis­ta que está más en boga es la de la exigencia.

El equipo barcelonis­ta se ve obligado a enamorar y ya, si no gana, la situación se convierte en un drama deportivo. Pero ahora viene ganando. La pasada campaña se estrelló en la Champions pero levantó el doblete y en la actual temporada marcha líder en la Liga y en Europa ha mostrado una solvencia incontesta­ble. Por lo tanto, el entusiasmo tendría que ser lo que marcara el estado de ánimo de la directiva, el banquillo, el equipo y el entorno.

Pero no es del todo así. Que si el juego no es cien por cien estilo Barça. Que si no hay suficiente cantera de la que presumir. Que si Coutinho no funciona y no encaja en el equipo. Que si Dembélé es un espíritu libre y eso también tiene su problemáti­ca. Que si Luis Suárez se hace mayor y no se dispone de un recambio de garantías. Que si con los centrales se ha cometido un error de planificac­ión que se debe subsanar de sopetón e incorporan­do como parche a Murillo. ¿Son acaso mentira las anteriores

En la mayoría de los equipos el resultado es el monarca absoluto, pero en el Barcelona enamorar motiva y martiriza

afirmacion­es? Al contrario, son verdad, al menos en gran parte. Pero son muchos más los puntos positivos que los negativos. Si no lo parece es por esa exigencia que mueve al Barcelona como un motor pero que también supone un martirio permanente.

Bien hará el equipo blaugrana y sus aficionado­s en no perderla nunca, en no conformars­e y en seguir siendo diferentes. Pero hay que saber modular esta presión con inteligenc­ia y manejarla para que no sea contraprod­ucente y acabe convirtién­dose en una ventaja para sus rivales. Cuando se criticaba al Barça de Tito Vilanova por ser barrido por el Bayern a pesar de levantar la Liga sumando 100 puntos el fallecido técnico dijo que vendrían tiempos peores. Y así fue con la llegada de Martino, al que se empezó a condenar por perder la posesión del balón en un paseo en el marcador (0-4). En la actualidad se le pide a Valverde más valentía, más imaginació­n y más carisma. El Barça será menos Barça cuando no ocurra esto pero la desmesura nunca es buena. Y esto sirve para todos los clubs.

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