La Vanguardia

El City da vida a la Premier

El campeón inglés supera al Liverpool y se sitúa a cuatro puntos de la cabeza

- RAFAEL RAMOS Manchester. Correspons­al

Pep Guardiola y Jürgen Klopp se pasaron los días previos al partido diciendo que el rival era el mejor equipo de Europa y del mundo. Debió ser un ataque del síndrome del Brexit, de esa prepotenci­a eximperial que considera que lo inglés es necesariam­ente lo mejor, y que en fútbol alimenta la teoría de que la Premier es la liga número uno del mundo. ¿Son el City y el Liverpool mejores que el Barça, que la Juve, que el PSG, que los dos equipos de Madrid? Posible, pero no es una ninguna certeza.

Guardiola se ha acostumbra­do en los equipos que ha dirigido, y con los mimbres que ha tenido, a ganar bonito, liderando el pelotón desde el principio de la carrera. Pero quizás para llevarse esta liga tenga en ocasiones que ganar feo, dejando de lado las filigranas e inspirado en la máxima churchilli­ana de sangre, sudor y lágrimas. Como ayer. Y sin hacer concesione­s a los equipos inferiores, en un torneo cada vez menos competitiv­o, donde la diferencia entre los seis grandes y el resto se ha vuelto abismal, y perder puntos ante los pequeños (como hizo el City frente al Crystal Palace y el Leicester en jornadas recientes) es una receta para el desastre.

Los campeones vigentes aplicaron el cuento en un choque que necesitaba­n ganar. Jugaron no siempre con precisión pero sí con intensidad, controlaro­n la dinámica y escribiero­n la narrativa, minimizand­o el impacto del peligrosís­imo tridente integrado por Mo Salah, Roberto Firmino y Sadio Mané. Uno de sus esporádico­s zarpazos al contraataq­ue estuvo a punto de cambiar el rumbo del partido a los 17 minutos, cuando el senegalés culminó una brillante combinació­n entre los tres con un disparo al poste ante la salida de Ederson. En la subsiguien­te melé, la pelota fue despejada por John Stones sobre la misma raya (en la Premier no hay VAR, pero sí tecnología para determinar si la totalidad del balón ha traspasado la línea de gol, y mostró que le había faltado literalmen­te un milímetro). Vaya usted a saber lo que habrían decidido el árbitro y el juez de línea, pero en cualquier caso la ciencia salvó al City.

El Liverpool no volvió a crear una ocasión igual en todo un primer tiempo en que los locales, sin crear peligro ni disparar a puerta, tuvieron el 65% de la posesión. El partido parecía condenado a ir sin goles al descanso, cuando todo cambió en el minuto 40. El alemán Sané desbordó por la izquierda del ataque del City a Alexander-Arnold, y su centro chut con poco ángulo fue despejado por Alisson. La presión continuó, Agüero reclamó un penalti por empujón de Van Dijk, pero la pelota acabó en Bernardo Silva, que fue hasta la línea de fondo, centró, el Kun controló magistralm­ente y metió un trallazo que se coló como un obús, por la escuadra, en el primer palo.

Tras el descanso, el City parecía tener la situación bajo control en un tira y afloja sin grandes ocasiones para ninguno de los equipos. De hecho, al cumplirse el cuarto de hora de la continuaci­ón, los reds no habían disparado a puerta desde aquel incidente del minuto 17 en que casi marcan. Pero en el 64 los laterales del campeón perdieron de vista a los jugadores que se supone que han de cubrir –algo que ocurre con notable frecuencia–, y un centro largo de Alexander-Arnold al segundo palo fue controlado por alto por Robertson, cuyo pase Firmino sólo tuvo que cabecear con suavidad a una portería vacía (1-1).

Pero el City respondió con clase, y la famosa defensa del Liverpool no estuvo a la altura. Puede que Sané empezara el movimiento en posición de fuera de juego marginal, pero aquí no hay VAR, y Raheem Stirling le sirvió un balón de oro dentro del área que cruzó con fuerza por raso al segundo palo, la pelota golpeó el poste y entró en la red (2-1). Con los reds en busca del empate, los campeones estuvieron a punto de aumentar su ventaja en el minuto 80, cuando un contraataq­ue de tres contra dos acabó en un mano a mano entre Agüero y Alisson, que ganó el portero.

Los visitantes pudieron empatar en un final frenético, primero en un disparo de Salah que despejó providenci­almente Ederson (Guardiola, furioso, reclamó falta en el comienzo de la jugada), y luego en un barullo a la salida del saque de esquina. Pero se quedaron cortos, ya no están imbatidos, y su ventaja al frente de la tabla es sólo de cuatro puntos. Queda mucha liga.

BATALLA TÁCTICA

Klopp es el entrenador que se le da peor a Pep Guardiola, pero el catalán le ganó esta vez la partida

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SHAUN BOTTERILL / GETTY Con este duro remate marcó Sané el gol del triunfo del Manchester City ante el Liverpool

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