Maestro de anatomistas
JOSEP MARIA DOMÈNECH MATEU (1944-2019) Catedrático de Anatomía y Embriología de la UAB
Llegué en 1980 con una maleta llena de ilusiones y una beca del Gobierno vasco para iniciar mi carrera como anatomista junto al profesor Josep Maria Domènech Mateu. Con él ha muerto toda una época. Estuvimos 24 años juntos, las circunstancias nos separaron. Y ahora quiero dedicar, desde el departamento que le vio nacer como anatomista y embriólogo, este modesto recuerdo a mi maestro.
José María Domènech i Mateu, natural de Valls, hijo de padre médico, estudió Medicina en la Universitat de Barcelona, donde conoció al recién llegado catedrático de Anatomía Humana y Embriología Domingo Ruano Gil, discípulo de Francisco Orts Llorca, eminente embriólogo de la Universidad Complutense de Madrid.
Como estudiante, su carrera fue excepcional, sus calificaciones se cuentan por matrículas de honor en todas y cada una de las asignaturas que cursó. Cumplió el servicio militar como alférez de la Armada en Madrid, donde tuvo la oportunidad de acudir al departamento que era la vanguardia en investigación, dirigido por Orts Llorca, quien desde el primer momento le acogió como a un hijo y, en poco tiempo, se convirtió en el más brillante de sus discípulos.
Acabó su tesis doctoral sobre el ductus torácico en un tiempo récord y a los tres años ya era profesor adjunto por oposición; en dos años más ganó la agregaduría a cátedra y con 30 años tomó posesión de la plaza en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), donde desarrolló toda su actividad profesional, docente e investigadora como catedrático de Anatomía y Embriología hasta su jubilación.
Hizo del libro de texto de su maestro Orts Llorca el libro de cabecera de todos sus alumnos de la UAB. Una anatomía moderna, inspirada en el tratado del alemán Herman Braus, donde la anatomía, la morfología, se explicaba desde su causa primera (ontogenia y filogenia) hasta su función, sin olvidar excelentes descripciones procedentes de la escuela francesa de anatomía y su interés clínico.
Muchos de sus alumnos recordarán sus extraordinarias clases. Yo fui testigo de su magisterio al acompañarle diariamente a impartirlas. Su entusiasmo contagioso, su fácil palabra, sencillez didáctica, rigor científico y memoria prodigiosa eran merecedores muchas veces de aplausos de sus alumnos al finalizar la clase. Algo insólito.
Así nos enseñó la descripción del esfínter ureterovesical de Salvador Gil Vernet, científico y anatomista de su amada Tarragona; la teoría de la organización del miocardio de Torrent Guash, modesto cardiólogo de Dénia que revolucionó la interpretación de la función cardiaca a escala mundial, o la de otros ilustres científicos que invitaba para dar conferencias a aquellos ávidos estudiante.
Sus investigaciones en el campo de la embriología descriptiva y experimental del corazón le valieron múltiples reconocimientos nacionales e internaciones: el premio Nacional de la Sociedad Española de Cardiología en 1981, la medalla Narcís Monturiol de la Generalitat de Catalunya en 1986 y, finalmente, el honor de ser miembro numerario de la Reial Acadèmia de Medicina de Catalunya, en continuidad con el gran anatomista del siglo XVIII, y también de Tarragona, Antoni Gimbernat.
Sus investigaciones están asociadas a la dirección de importantes tesis doctorales, personificadas hoy en día en grandes figuras de la medicina catalana, en los campos de la urología, otorrinolaringología, cirugía general, oftalmología, teratogénesis, cirugía plástica, radiología y traumatología.
Y, sin embargo, el legado más valioso que nos deja es la colección de embriones y fetos humanos que, si hasta hoy se denominan Bellaterra, merecerían tener el nombre de Colección Josep Maria Domènech i Mateu, pues fue él quien con la ayuda de generosos donantes supo crearla a lo largo de sus 40 años de dedicación a la UAB.