Loeb vuelve a la carga
El francés logra su 11.º triunfo de etapa, el 35% de las disputadas
Cuando a principios de octubre Sven Quandt daba la bienvenida a su estructura X-Raid al dream team del finiquitado Peugeot Team, sólo le faltaba citar un nombre del cuarteto mágico: Sébastien Loeb. Por entonces, el alsaciano aún tenía uno de esos compromisos de por vida con el grupo francés PSA (Peugeot y Citroën), que le había permitido seguir disputando rallies eventuales del WRC (como el RallyRACC Catalunya 2018, que ganó), el Rallycross y el Dakar (2016-18). No podía mudarse, con Peterhansel, Sainz y Despres, a un equipo con Mini, del grupo alemán BMW... Pero Sébastien iba a regresar al Dakar. Se lo prometió al volver a casa tras abandonar en la 5.ª etapa del Dakar 2018.
“Si Carlos (Sainz) ha ganado el Dakar a los 55 años, yo sólo tengo 43... Así que todo es posible”, dejó entrever el nueve veces campeón del mundo de rallies. Un mes después de presentarse sus excompañeros con Mini, Loeb anunciaba su regreso al Dakar con su mismo anterior coche, un Peugeot 3008 DKR, preparado por una estructura privada, PH Sport. Sin compañeros y con escasa logística detrás, pero dispuesto a liarla, a ser el grano en el trasero de los favoritos, las flotas Mini y Toyota. O como él mismo decía: “Podría ser divertido ir a jugar con ellos y tratar de hacerles un poco de cosquillas”. Y de paso, hacer historia: ser el primero desde Schlesser (2000) en ganar el Dakar con un coche privado.
Ayer, segunda etapa del Dakar peruano, Loeb ratificó su declaración de intenciones de la víspera del arranque –“aún tengo hambre de victoria”– apuntándose su 11.º triunfo de etapa en el Dakar. En San Juan de Marcona, Loeb se impuso por sólo 8 segundos a Nani Roma (Mini), que se rehacía del discreto 11.º puesto del primer día. El francés, que salía 13.º y se evitaba abrir pista, dominó la jornada desde el cuarto way point (de los 9), mientras que Nani fue de menos a más, de 9.º a 2.º, en una gran progresión en la que dejó atrás a los Toyota de Ten Brinke y De Villiers, y los Mini de Al Rajhi y Despres.
“Al final, la estrategia ha resultado ser la buena: era más interesante salir más tarde. Ha sido una buena especial, sin grandes errores, con buen ritmo. He recuperado las sensaciones, ya que tan sólo había hecho un centenar de kilómetros de test desde el Dakar 2018”, comentaba Loeb, que con su victoria (11.ª en 32 etapas en el Dakar; un 34%) sube al 5.º de la general, que ahora lidera De Villiers. Roma y Àlex Haro escalan al 3.º. La cruz la vivió Peterhansel, que cedió 15m. “Cometí un error y me quedé bien atascado en una duna, con arena hasta el cuello. Sin la ayuda de Cyril, que tiró de nosotros con una cuerda, creo que seguiríamos aún allí”, admitía Monsieur Dakar.
En motos, se impuso Walkner, por delante de Brabec y Barreda, que conserva el liderato.