El PP presidirá Andalucía con los votos ultras de Vox
OeEl pacto elude la ley de violencia machista pero sustituye la de memoria oeMoreno acepta la mano dura con la inmigración y una consejería de familia oeMalestar de los barones populares por las cesiones a la extrema derecha
Después de la negociación fallida del martes, por el órdago de Vox y unas exigencias “inaceptables para el PP”, Pablo Casado y los suyos se ponían en lo peor y ya se preparaban para afrontar dos meses de calvario antes de ver investido a su candidato, Juan Manuel Moreno, como nuevo presidente de Andalucía. Pero todo cambió por la mañana. Si las direcciones nacionales del PP y de Vox se levantaban ya de noche de la mesa de negociación el martes –tras más de cinco horas sin resultados–, ayer bastó algo más de una hora para que los populares apreciaran un cambio de actitud en Vox y auguraran el acuerdo que permite poner fin a casi cuatro décadas de gobierno socialista.
Inmediatamente las negociaciones, con el secretario general del PP, Teodoro García Egea, al frente, se trasladaron de Madrid a Sevilla, para que el acuerdo tuviera la rúbrica de los dos responsables andaluces, Juan Manuel Moreno y Francisco Serrano. Y no tuvieron mucho que negociar. En medio hora, y flanqueados por los números dos de los partidos, firmaban un acuerdo de investidura en el que Vox renunciaba a la mayoría de las medidas que exigía 24 horas antes y, en especial, a la derogación de las leyes contra la violencia de género, de igualdad y de protección de los derechos LGTBI. El argumento para convencer a los dirigentes del partido de Santiago Abascal es que las leyes andaluzas lo único que hacen es desarrollar las de ámbito estatal, que serían contra las que habría que luchar si se quiere cambiar algo. Palabras a futuro que, en el fondo, no suponen compromisos y que aplazan el momento en que el PP tenga que decirle no a la extrema derecha.
El acuerdo entre PP y Vox, firmado después del que rubricaron los que serán presidente de la Junta de Andalucía, el popular Juan Manuel Moreno, y vicepresidente, el liberal Juan Marín, comienza con una declaración de intenciones que nada tiene que ver con Andalucía: “El PP y Vox contribuirán decididamente a guardar y proteger el orden constitucional y la unidad de España, manteniendo lealtad hacia la Corona y la Carta Magna”. El futuro presidente se compromete a trabajar “para garantizar la igualdad efectiva de derechos y obligaciones de todos los españoles, independientemente del lugar en el que residan”, una mera declaración de intenciones, que no supone nada, y el PP consigue que el primer punto de ese acuerdo subraye como primer objetivo del próximo gobierno andaluz algo que no apareció, ni por asomo,
LOS ULTRAS CEDEN
El acuerdo no derogará las leyes de violencia de género, igualdad y derechos LGTBI
en el documento de Vox, y que es prioritario para los andaluces: “El objetivo político prioritario de la Junta será la creación de empleo de calidad”.
El acuerdo lo anunciaba en Twitter el secretario general del PP, Teodoro García Egea, que ha dirigido las negociaciones: “La izquierda no podrá malograr durante más tiempo las esperanzas de los andaluces. Hemos respondido al mandato de liderar un cambio en Andalucía”. Luego comparecerían ante los medios los dirigentes andaluces de las dos formaciones para explicar el acuerdo, que, como habían dicho, no supone que Vox esté en el gobierno, lo que no aceptaba Cs.
Poco antes de que se firmara ese acuerdo, Moreno Bonilla firmaba con el candidato de Cs, Juan Marín, el acuerdo que garantiza la elección del candidato del PP. Marín será vicepresidente en un gobierno que no tendrá las 13 consejerías de ahora, sino menos, probablemente 11.
El acuerdo no desvela si habrá novedades en las áreas de gobierno, ni el reparto concreto de consejerías, ni precisiones más allá de una declaración genérica sobre que “el nuevo gobierno de la Junta establecerá sus prioridades en los acuerdos programáticos firmados por ambas fuerzas políticas”, y no se podrá modificar sin acuerdo.
El documento suscrito entre populares y ultras no es mucho más explícito y lo deja todo en generalidades que habrá que concretar, pero así el PP logra que desaparezcan las exigencias de Vox, de las que sólo quedan las que compartían, las económicas y sobre todo fiscales, con bajadas en sucesiones, transmisiones patrimoniales e IRPF, o las que tienen que ver con la lucha contra la corrupción, para lo que se hará una auditoría independiente.
La exigencia del partido de Abascal de derogar la ley andaluza de Memoria Histórica prospera, pero, como anunció Casado en septiembre, será sustituida por una ley de Concordia. De la exigencia de que sean devueltos los 52.000 inmigrantes irregulares que Vox calcula que hay en Andalucía queda que la Junta “cumplirá con la legislación vigente en materia de inmigración, evitando decisiones que favorezcan un efecto llamada” y combatirá las mafias que trafican con personas.
El PP acepta crear una Consejería de Familia y establecer un sisteNúñez ma de atención a mujeres con embarazos no deseados, así como el fomento de la natalidad.
Con estas formulaciones, el PP podrá apaciguar a los dirigentes y barones populares que, ya hace tiempo pero en privado, criticaban los guiños a Vox. Estas voces se habían incrementado y se hicieron públicas por las exigencias ultras.
Las primeras, por el peso que tienen dentro del partido, las de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, y la del presidente de Galicia, Alberto Feijóo, que combatieron las tesis de Vox sobre equiparar la violencia intrafamiliar con la violencia de género. Pastor fue contundente: “Todos los demócratas estamos, y especialmente las mujeres, con las mujeres que son víctimas de la violencia”, a las que hay que proteger, para impedir un “uso político”. Feijóo no se quedó atrás: “La violencia machista existe y lo que no se puede hacer es obviarla”. Por eso, las políticas para luchar contra ella se pueden “perfeccionar, pero nunca derogarlas”. Dos voces cualificadas a la que se unían los barones del PP en Valencia, Murcia, Madrid, País Vasco, que en los últimos días ya habían levantado la voz tímidamente y ayer lo hicieron evidente.
Tras los acuerdos, la nueva presidenta del Parlamento andaluz, Marta Bosquet (Cs), se reunirá hoy con los portavoces de los grupos, empezando con el socialista, y cerrando con Vox. En las consultas les preguntará si sus grupos van a presentar un candidato a la investidura y, si no es así, “qué intención tienen”. “En función de lo que me cuente cada portavoz haré la cuenta resultante, y el candidato que quiera postularse y tenga más apoyos” será el propuesto. En principio será el popular Moreno, que con los votos de su partido, Cs y Vox tiene asegurada la mayoría absoluta necesaria para ser investido presidente de la Junta ya en primera vuelta.
Los socialistas andaluces condenaron ayer con dureza los postulados de la ultraderecha y remacharon: “Quienes han llegado a un acuerdo con Vox estarán manchados por el fascismo”.
RECELOS POPULARES
Los barones del PP dijeron basta a bailarle el agua a Vox con la violencia machista