Sanidad anti-Trump
El alcalde de Nueva York ha pasado de las palabras a los hechos en sus críticas a Trump, garantizando la asistencia médica a los indocumentados y todos aquellos que no dispongan de pólizas de seguro.
Un error de formato en un documento judicial ha sacado a la luz algunas de las mentiras que el fiscal especial de la trama rusa, Robert Mueller, sostiene que le dijo el exjefe de campaña de Donald Trump, Paul Manafort, y que le llevaron a dar por roto su acuerdo de cooperación. La más revelante, que Manafort pasó datos de sondeos de la campaña del republicano a un consultor ruso con lazos con el Kremlin y que el FBI sospecha que trabaja para su agencia de espionaje militar, Konstantin Kilimnik.
Se ignora si el candidato estaba al tanto de esas conversaciones o qué hizo el ruso con la información, aunque unos e-mails de Manafort publicados hace unos meses indican que el destinatario final era Oleg Deripaska, un oligarca ruso próximo al Kremlin al que la Administración
Trump está a punto de sacar de una lista de sanciones. Los contactos tuvieron lugar en la primavera del 2016, en paralelo al pirateo de los servidores del Partido Demócrata y la posterior filtración de cientos de correos electrónicos en la recta final de la campaña dañinos para Hillary Clinton.
La acusación podría ser una prueba importante en las pesquisas de Mueller sobre la posible colaboración entre la campaña de Trump y Moscú. Varias investigaciones han revelado que Rusia puso en marcha campañas de desinformación y agitación en las redes sociales para favorecer a Trump. Contar con información interna sobre sondeos pudo ayudar a dirigir esos esfuerzos allí donde más necesarios y útiles podían ser.
La información aparece accidentalmente en un documento judicial depositado por sus abogados. Aparecen pasajes enteros tachados en negro para no perjudicar la investigación en marcha pero, por un error al formatearlo, al seleccionarlos y copiarlos todo el texto se puede leer completamente. La defensa de Manafort asegura que no mintió a propósito como sostiene el fiscal, sino que los errores en sus declaraciones se deben al cansancio acumulado y su delicado estado de salud. Manafort, de 69 años, sufre de gota, depresión y ansiedad, afirman, y está en prisión desde junio a la espera de sentencia por varios delitos financieros, conspiración y obstrucción de la justicia.
Manafort y Kilimnik, que antes trabajaron juntos para políticos ucranianos prorrusos como Víktor Yanukóvich, también discutieron un plan de paz para Ucrania, algo que el estadounidense había olvidado inicialmente. También se entrevistaron en Madrid, aunque según los abogados de Manafort todo fue un poco casual, al enterarse de que el ruso también estaba en la ciudad. Un portavoz del acusado dijo ayer que la cita tuvo lugar a primeros del 2017, cuando este ya no trabajaba para Trump.
Manafort y Kilimnik, que se reunieron en Madrid a principios del 2017, hablaron también de Ucrania