El cierre de la administración empieza a pesar
Está por ver si Donald Trump consiguió o no convencer a la opinión pública de que hay una auténtica crisis de seguridad nacional en la frontera, pero de lo que no hay duda es de que los estadounidenses están empezando a sentir seriamente las consecuencias del cierre de parte de la administración pública por falta de fondos. Salvo acuerdo de última hora, unos 800.000 empleados federales dejarán de recibir mañana su salario. Unos llevan dos semanas en casa sin trabajar y otros lo están haciendo obligados, pero sin la certeza de que vayan a cobrar pronto, lo que está reduciendo ya su capacidad de consumo. Uno de los colectivos afectados, los funcionarios del Departamento de Transporte, se están declarando masivamente de baja por enfermedad, una situación que ha provocado largas filas en algunos aeropuertos, y, según el mayor sindicato de pilotos del país, está en riesgo la seguridad del espacio aéreo. La Casa Blanca ha tomado algunas medidas de emergencia para aliviar algunos de los efectos del cierre administrativo, como redirigir fondos para seguir repartiendo los cupones de comida que reciben 38 millones de personas o dar orden de proceder con las devoluciones de impuestos previstas para este mes. Están en riesgo las ayudas al alquiler a personas de bajos ingresos, pagos a agricultores o fondos para la ciencia.