La Vanguardia

Lolita: “Fedra podría ser de este siglo”

La actriz da vida en el Romea a la reina griega enamorada de su hijastro

- JUSTO BARRANCO

Fedra es un volcán. Lolita es un volcán. Así que en el teatro Romea hasta el día 20 habrá explosione­s. Y fuego. Lolita, cuya breve carrera teatral dio un vuelco en el 2014 al dar vida a la Colometa de La plaça del diamant, se enfrenta ahora a una tragedia griega de tomo y lomo. A un personaje, Fedra, que han abordado Eurípides, Séneca o Racine y cuya historia, la de un amor prohibido socialment­e, la de una reina griega enamorada de su hijastro, llega ahora con las palabras contemporá­neas del dramaturgo Paco Bezerra. Y llega sin dioses y con contención: “Ha sido difícil aguantarme, es una Fedra muy contenida. Con mucho temperamen­to y mucha fuerza, pero contenida. Con las manos quietas, porque yo con las manos hablo”, cuenta divertida Lolita, que ya ha triunfado en el festival de Mérida y en Madrid con esta obra dirigida por Luis Luque.

La cantante y actriz recuerda que “venía de hacer una comedia popular y entrar en una tragedia me ha resultado difícil, pero meterme en los sentimient­os de Fedra, no: como en mi vida a veces he sido no correspond­ida en el amor, no me ha costado. ¿Quién no ha sido no correspond­ido, estado con esa soledad y esa obsesión de querer querer a alguien, y que ese alguien te quiera de otra manera?”, se pregunta. Eso sí, aquí se trata de un amor con rechazo social. “Fedra –dice Lolita– es una mujer que podría ser de este siglo, superactua­l. El amor no debería estar prohibido nunca, de la clase que sea, hombre, gato, perro, mujer o caballo. El amor es libre, tendría que ser libre, no tendrían que ponerse cortapisas a alguien que ama de verdad. Fedra es una mujer que mete la cabeza por la pared 77 veces, porque no quiere amar, porque sabe que lo que está haciendo se lo van a prohibir, a criticar. Pero su amor es mucho más fuerte. Quizá por esa soledad que tiene, esas ganas de vivir. Porque aún se siente joven. La edad, como decía una señora que vivía conmigo llamada Lola Flores, no es algo biológico, se lleva en la cabeza y el corazón. Y Fedra se siente joven, por eso se enamora de un hombre muy joven. Ama. Quizá de manera obsesiva, enfermiza, porque es reina y tiene obligacion­es que no le dejan tener su vida. Su única ilusión es poder amar de manera libre y a alguien que le da juventud. A veces las mujeres a una edad nos convertimo­s un poco en vampiros, nos gusta la sangre fresca, porque de la sangre fresca estamos más frescas. Para mayores ya estamos nosotras”.

Lolita resalta que en la obra “no

“A veces las mujeres al llegar a una edad nos convertimo­s un poco en vampiros, nos gusta la sangre fresca”

hay voz engolada, amaneramie­ntos ni manos en la frente”, sino palabras de hoy y poesía. Y se emociona al decir que le dedica la función “a un amigo que se fue ayer, el actor y dramaturgo catalán Manuel Veiga. Cada día se me va alguien y es una putada. Moncho nos dejó hace poco, mi tío, mi amigo, mi confidente. Y ayer Manuel Veiga”.

El director del montaje avisa de que “al inicio vemos a una mujer enferma, pero decide salir de ese letargo y defender su amor por su hijastro. Va a declararse. No es una mujer sumisa ni al poder del Dios ni al masculino ni al del Estado. Es autónoma y decide su futuro”.

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JERO MORALES Lolita y Tina Sáinz en una escena de Fedra, que se representa en el teatro Romea

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