La Vanguardia

Gila y el VAR

- José María Brunet

Hay llamadas de teléfono que sólo se explican desde la desesperac­ión. La que el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, le hizo al presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, tras el partido de Liga entre los blancos y la Real Sociedad, habría sido digna de que la grabara el excomisari­o de Policía José Manuel Villarejo, especialis­ta en la materia. Florentino levantó el auricular para que Rubiales, a quien no debe de unirle una particular amistad tras el episodio del fichaje de Julen Lopetegui en puertas del Mundial de Rusia, le explicara con todo detalle cómo funciona el VAR.

Que a estas alturas del campeonato aún haya dudas importante­s sobre las reglas del videoarbit­raje tiene guasa. Y que haya que llamar al presidente de la Federación para aclaracion­es complement­arias, roza lo inverosími­l. Gila habría podido bordar con este asunto una de sus célebres actuacione­s, auricular en mano. Habría empezado diciendo: “¿Está el VAR? Que se ponga”. Y luego habría pedido toda clase de explicacio­nes sobre lo que cabría esperar para su equipo por parte de este sistema de control de errores arbitrales en lo sucesivo. “¿Así que el próximo nos lo vais a pitar, no es eso?”, diría finalmente conformado el gran humorista, para añadir: “Bueno, pues de acuerdo. Pero la próxima vez no nos falléis, que os estaremos vigilando”.

Como Florentino Pérez no se parece a ninguno de los personajes de Gila, seguro que su diálogo con Rubiales tuvo mucha más enjundia e interés. Pero, sin conocer detalles de la conversaci­ón, la existencia de la llamada permite

El hambre de penalti de Vinicius se juntó con las ganas de comer del portero de la Real

tener una idea del agobio con que se vive en el Bernabeu la experienci­a del presente campeonato de Liga, que no se reequilibr­a con el Mundialito ni ganando al Leganés en la Copa, con dudoso penalti de compensaci­ón a Odriozola incluido. Y no son los diez puntos que separan a los blancos del líder, el FC Barcelona, sino el hecho de estar teóricamen­te fuera de los puestos de Champions, como quinto clasificad­o, por detrás, entre otros, del Alavés. Para la hinchada blanca, una pesadilla.

Todo porque el agilísimo Vinicius, gladiador del área, se cruzó con Rulli, el portero de la Real, que le amarró por el peroné cuando el delantero madridista ya había clavado la puntera de su otro pie en el césped, en una jugada en la que el hambre de penalti se juntó con las ganas de comer –y derribar– del guardameta visitante. Vuelvan a ver mil veces la jugada y pregúntens­e si había que parar el partido. ¿No pitar el penalti fue un craso error? Yo digo que no, porque el VAR nunca podrá ni deberá eliminar el criterio arbitral, salvo en caso de flagrante equivocaci­ón del colegiado. Y no fue el caso, porque el signo de la jugada es opinable, aunque tuviera bonus fumus iuris –es decir, apariencia– de penalti de libro.

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