Shakespeare en el TNC
‘Afanys d’amor perduts’ muestra en el TNC el feminismo y el humor del autor inglés
Salvador Oliva firma la nueva traducción del clásico shakespeareano Trabajos de amor perdido, renombrado para la ocasión Afanys d’amor perdut y actualizado para situar la historia a principios del siglo XX y destacar el protagonismo que el bardo inglés quiso dar a las mujeres en la obra.
Se representó por primera vez en 1597, pero en esta comedia de Shakespeare las listas, las inteligentes, son de largo las mujeres, mientras que ellos, sus nobles y poco avispados pretendientes, son “cuatro tontos cultos, porque Shakespeare es muy feminista y de hecho muchos de sus grandes personajes son mujeres”, señala Salvador Oliva, que ha realizado la nueva traducción de la obra. Y la ha rebautizado: si la primera traducción que realizó hace años de Love’s labour’s lost se tituló Penes d’amor perdudes, ahora, el montaje que comienza el próximo jueves en el Teatre Nacional de Catalunya –con nada menos que 13 intérpretes y dirigido por Pere Planella–, se titulará Afanys d’amor perduts. Evita así la clásica traducción como Trabajos de amor perdidos porque, explica Oliva con una sonrisa, “tiene connotaciones eróticas que no tienen nada que ver con la obra”.
Una comedia cuyo argumento el traductor resumió ayer así: “En una Navarra imaginaria, el rey y cuatro amigos hacen una promesa de no ver a ninguna mujer, comer poco, dormir poco y dedicarse al estudio. Pero en cuanto llega como embajadora la princesa de Francia con sus damas de compañía, la cosa se va al garete. Y al final no se casa nadie, no es Como gustéis. Porque los nobles navarros son unos tontos cultos y las chicas mucho más inteligentes”.
Planella –que celebra con esta obra 50 años como director de escena y que ayer recordó que en los últimos años ha hecho “mucho teatro implicado con una ideología independentista”–, explica que “Shakespeare traspasa el tiempo y Afanys d’amor perduts conecta mucho con el momento actual, que llaman líquido, gaseoso, pero que es más una época de caos en el que las ideologías caen y no sabemos qué está pasando. La obra no tiene contenido político, pero sí mujeres con ingenio, carácter, seguras, sin complejos, mientras que ellos son naïfs, ingenuos, superficiales”, resume el director. Y esa conexión le ha permitido, señala, llevar la acción del montaje “a principios del siglo XX, una época extraordinaria, el marxismo, la revolución industrial, los inventos tecnológicos y las sufragistas”.
Como resume Sara Espígul, que en la obra da vida a la princesa de Francia, “son mujeres empoderadas que cortan el bacalao y deciden cómo hacer las cosas”. Mujeres que incluso llevan pantalones de aviadora de la época.
“Son mujeres empoderadas que cortan el bacalao y que deciden cómo hacer las cosas”
Junto a Espígul, en escena están Queralt Cassasayas, Mima Riera, Peter Vives, Pep Anton Muñoz o Carles Martínez, un español presuntuoso llamado de apellido De Armado, una chanza shakespeariana al desastre de la Armada Invencible.
Para el nuevo montaje se han recortado conversaciones y gags que sólo se entendían en la época del autor y se ha actualizado al máximo el lenguaje. Un lenguaje que, dice Salvador Oliva, es uno de los grandes protagonistas de la obra y cuya dicción los actores han trabajado con Roser Güell. “El Institut d’Estudis Catalans no es capaz de cambiar mucho más que acentos diacríticos. El teatro es un referente lingüístico importantísimo, porque no es un catalán académico, sino vivo. Es una responsabilidad para los que trabajamos en teatro salvar la lengua, que lo veo cada día más difícil tal y como están las cosas”, dice Oliva. Planella concluye dedicando la obra “a Jordi Mesalles y Ricard Salvat, dos grandes directores escénicos que para vergüenza de este país no pudieron trabajar nunca en el TNC”.