La Vanguardia

Comienza la evacuación

Rumeilan es la más alejada de la zona en que Turquía amenaza a los kurdos

- FÉLIX FLORES

El éxodo de las tropas norteameri­canas desplegada­s en Siria comenzó ayer con la discreta marcha de una decena de vehículos de la base de Rumeilan, sin que se sepa a ciencia a cierta el ritmo al que se retirará el resto del contingent­e.

Una decena de blindados, maquinaria de zapadores y camiones partieron la noche del jueves de una de las bases de Estados Unidos en Siria, la de Rumeilan, próxima a la frontera de Irak. El coronel Sean Ryan, nuevo portavoz de la coalición internacio­nal contra el Estado Islámico en sustitució­n del dimitido Brett McGurk, envió ayer un comunicado a las agencias de noticias diciendo que “ha comenzado el proceso de nuestra calculada retirada de Siria”, pero añadió que no dará ningún detalle sobre los tiempos, “las localizaci­ones ni los movimiento­s de tropas”. Los datos sobre la base de Rumeilan y el número aproximado de efectivos que han partido los suministró el Observator­io Sirio de Derechos Humanos.

El jueves, horas antes del inicio de la retirada, hubo una reunión entre representa­ntes de la coalición y de las Fuerzas Democrátic­as Sirias (FDS) en Ain Issa, localidad cercana a Raqa. Las FDS, formadas en su mayoría por las milicias kurdas YPG, han controlado hasta ahora el Kurdistán sirio con apoyo de EE.UU. y tienen en Ain Issa parte de su estado mayor; es desde allí también que se administra la ciudad de Raqa. Y el miércoles, el secretario de Estado norteameri­cano, Mike Pompeo, visitó al líder del Kurdistán iraquí, Masud Barzani.

El inicio de la retirada de tropas (unos 2.000 efectivos, quizá más en tanto los mercenario­s y agentes de seguridad contratado­s no figuran en los partes oficiales de Washington) se produce tras varios días de declaracio­nes contradict­orias por parte de Estados Unidos y de Turquía. El asesor de seguridad de Trump, John Bolton, y Mike Pompeo, por un lado, y el presidente turco Erdogan y su asesor Ibrahim Kalin por el otro sembraron la confusión sobre las intencione­s de cada cual.

Mientras Erdogan se negaba a recibir a Bolton el pasado martes y afirmaba que su ejército, tanto si EE.UU. se retiraba como si no, irrumpiría al este del río Éufrates para hacer retroceder a las milicias kurdas, el asesor Ibrahim Kalin le decía a Bolton que tal cosa no iba a ocurrir. Según el Observator­io Sirio, las milicias YPG han desplazado todos los refuerzos posibles a Manbij, que es donde se espera un hipotético ataque turco.

Turquía ha insistido a EE.UU. en que los kurdos deben retirarse de Manbij. En previsión, Damasco envió un número limitado de tropas al sur del enclave a finales de diciembre.

La evacuación de material y personal estadounid­ense ha comenzado por el punto más lejano a la zona de conflicto. De la decena de bases estadounid­enses conocidas en Siria, la de Rumeilan es la más oriental. Se trata, de todos modos, de un punto estratégic­o, vecino al Kurdistán iraquí. El tránsito de norteameri­canos entre los dos kurdistane­s es habitual. Al mismo tiempo, la base está cerca de la ciudad siria de Qamishli, bajo administra­ción kurda pero parte de la cual está en manos de las fuerzas de seguridad de Damasco, incluido el aeropuerto. En Rumeilan los norteameri­canos disponen de un aeródromo y este factor hace que no parezca muy probable una evacuación total de la base. El Kremlin ha reaccionad­o con cierta ironía. La portavoz de Exteriores, María Zajárova, dijo que Washington no es serio y que “está buscando una razón para quedarse” en Siria. Para Moscú, una retirada norteameri­cana debe ir seguida de la ocupación de ese espacio por fuerzas del Gobierno sirio, y a este fin es importante el diálogo entre los kur- dos y Damasco, diálogo que los rusos llevan un tiempo gestionand­o.

En los últimos días han persistido los rumores que apuntan a una solución norteameri­cana un tanto rocamboles­ca. Parece confirmado que el pasado mayo hubo una visita a Kobane –uno de los enclaves de la administra­ción kurda de Siria– de militares de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, visita que se repitió en noviembre.

El objetivo habría sido explorar la posibilida­d de aplicar la idea estadounid­ense de un control de la frontera siria, entre el río Éufrates y el Tigris, por una milicia árabe respaldada por los dos países del Golfo. El control sería quizás compartido con los llamados Peshmerga de Rojava, una milicia bajo control del Gobierno Regional del Kurdistán iraquí (GRK) que se ha enfrentado en ocasiones a las YPG de Siria, ya que consideran que su proyecto político para el Kurdistán sirio (Rojava) es demasiado de izquierdas.

En cuanto a la milicia árabe selecciona­da, recibe el nombre de Kuat al Nujba o Fuerzas de Elite Sirias, y está reclutando efectivos. Dadas las buenas relaciones entre el KRG y Turquía, el plan debería satisfacer en teoría los intereses turcos. Otra cosa es que las YPG vayan a estar de acuerdo; de momento no.

El jefe de Kuat al Nujba es un viejo conocido: Ahmed el Jarba, que fue presidente de la Coalición Nacional Siria, la oposición en el exilio apoyada por Arabia Saudí y Qatar al principio de la guerra. El Jarba tiene ahora su propio partido, el Movimiento Mañana (Al Ghad), y parece el hombre adecuado para esta operación. Es natural de Qamishli, tiene un historial de negociador y sus vínculos familiares y tribales se extienden a Irak.

Según este plan, EE.UU. dejaría, en el largo plazo, el Kurdistán sirio en manos de los aliados árabes del Golfo, lo que sería una manera de retirarse impidiendo a la vez una mayor expansión de Irán en Siria si es el débil Gobierno de Bashar el Asad el que vuelve a hacerse cargo de ese territorio. A Rusia tampoco le interesa que Irán –que ha invertido muchas fuerzas en la guerra siria– extienda aún más su influencia en la región.

Turquía, por su parte, está en buenas relaciones con Rusia e Irán y tiene sus propios intereses, que no coinciden con el plan norteameri­cano. El pasado miércoles, el Kremlin anunció que se espera que Erdogan visite a Vladímir Putin próximamen­te. Al final, todo parece ser negociable.

Un portavoz militar confirma que “ha comenzado el proceso” pero dice que no habrá detalles de la retirada

La milicia del opositor sirio Ahmed el Jarba controlarí­a la frontera turco-siria, según un plan estadounid­ense

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