La Vanguardia

El Parlamento macedonio ratifica el cambio del nombre del país

- SKOPIE

Macedonia despejó ayer su camino hacia la UE y la OTAN con un voto en el Parlamento para ratificar el cambio de nombre del país –que pasará a llamarse República de Macedonia del Norte– pactado con Grecia para poner fin a una disputa de casi tres decenios.

“Abrimos las puertas al futuro europeo de Macedonia (...). Sin un acuerdo con Grecia, no hay ni OTAN ni UE”, insistió el primer ministro, el socialdemó­crata Zoran Zaev, que subrayó que él mismo había puesto en peligro su carrera política por el bien del país. Zaev estuvo negociando hasta el último momento con el partido de la minoría albanesa, pero finalmente logró los dos tercios de votos (con 81 de los 80 que necesitaba) para aprobar las cuatro enmiendas constituci­onales.

Es el punto final en Skopie a meses de un arduo combate político, tras un polémico referéndum consultivo el pasado septiembre y una larga batalla parlamenta­ria.

Los diputados del partido opositor, el ultranacio­nalista VMRODPMNE, se ausentaron del voto en protesta por lo que consideran una traición nacional. Sostienen que el referéndum fracasó por escasa participac­ión: se abstuviero­n más de dos tercios de los votantes, lo que lo habría invalidado en caso de ser vinculante.

Pero Zaev logró superar ese varapalo y seguir adelante con su plan. El joven líder socialdemó­crata, que gobierna desde el 2017 con el partido albanés, no tenía a priori los dos tercios del Parlamento. Fue decisivo el apoyo de varios tránsfugas del VMRO-DPMNE, entre ellos cuatro diputados que se han beneficiad­o de una amnistía por su presunta participac­ión en los ataques violentos contra el Parlamento cometidos por nacionalis­tas en abril del 2017. Por eso los líderes del partido han acusado a Zaev de haber utilizado “el chantaje y las amenazas” para lograr su apoyo.

Zaev topó ayer con la inesperada oposición de sus socios albaneses, recelosos del hecho que la Constituci­ón hablase de la “nacionalid­ad macedonia”.

El balón está ahora en el tejado de Atenas, ya que el cambio de nombre no entrará en vigor hasta que los diputados griegos hayan ratificado a su vez el acuerdo cerrado en junio pasado por los primeros ministros Zoran Zaev y Alexis Tsipras. Aunque sólo necesita una mayoría simple, Tsipras también tiene un estrecho margen de maniobra, con 153 diputados sobre 300. Su aliado, Panos Kamenos, ministro de Defensa y líder de un pequeño partido nacionalis­ta, se opone al acuerdo y amenaza con dimitir.

Desde que la República de Macedonia se dio este nombre al independiz­arse de Yugoslavia en 1991, Grecia se negaba a reconocerl­o, al considerar que los vecinos trataban de usurpar la herencia cultural helena y albergaban ambiciones territoria­les sobre su provincia septentrio­nal, también llamada Macedonia.

Ahora le toca a Grecia aprobar que sus vecinos pasen a llamarse Macedonia del Norte

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