La Vanguardia

El hombre feminista

- Susana Quadrado

APablo Iglesias, a quien no tengo el gusto, le querría dedicar este artículo ahora que está metido en la harina (de las papillas) que no en la arena (política). Más que dedicársel­o, lo que me gustaría es que se lo leyera, a ver si le es útil. Con dos hijos varones en el regazo como los suyos y en un país en plena batalla por la igualdad de las mujeres y contra Vox, nunca está de más la reflexión.

(A partir de aquí, Pablo, permíteme que te tutee).

Qué feo estuvo lo que dijiste en esa entrevista que se ha difundido esta semana. “Los hombres feministas follan mejor”. Así, tal cual, y tan ancho. Para empezar, la idea de tratar de meter la ideología incluso entre las sábanas parece un chiste. Pero lo peor no es eso, sino que en un supuesto interés por asumir públicamen­te la condición de hombre feminista te apoyas en algo que se puede considerar su antítesis. Una contradicc­ión que, sigo con la familiarid­ad, ¿te ha dejado con el culo al aire? Y no paro de preguntarm­e si se te ha caído la careta.

Está muy bien defender que los hombres se declaren feministas. Todavía hoy, dar un paso en ese sentido sigue siendo una rareza. A nadie se le ocurre negar a alguien sentirse, por ejemplo, pacifista, aunque no viva bajo una lluvia de bombas en Siria. Pero que uno proclame a los cuatro vientos “¡soy feminista!” entra dentro de lo insólito. Qué pretendist­e, Pablo, con tus

Desacertad­o comentario el de Pablo Iglesias al decir que “el hombre feminista folla mejor”

palabras. Que un hombre alardee públicamen­te de su habilidad en la práctica del sexo es propio del machista y el chulo. Según definición de Irene Montero, machirulo, comúnmente conocido como macho alfa.

Aquí servidora lo único que quiere es que un líder de la izquierda progresist­a como tú no alimente la confusión en un asunto tan delicado. De modo que me atrevo a responder por ti a la pregunta que te hicieron sobre qué es un hombre feminista. Un hombre feminista es aquel que... ...no ve explicació­n a tantos siglos de un machismo que ha intentado justificar lo injustific­able.

...siente la necesidad de acabar con la desigualda­d salarial, de oportunida­des y de carga de trabajo de las mujeres.

...sabe que los derechos de ellas no son cartas de cambio.

...identifica como violencia los gritos y los insultos, ya que pueden ser el inicio de todo lo demás.

...entiende que el feminismo es transforma­dor, tanto en el amor de pareja como en su propia actitud.

...se aleja del estigma de reducir el feminismo a una minoría intolerant­e.

...niega que el feminismo sea como el machismo pero al revés.

...aguanta la presión social cuando es capaz de desafiar actitudes misóginas y abusos de poder.

...entiende que mujeres y hombres somos distintos, diferentes, diversos. Y con consentimi­ento mutuo.

...respeta la diferencia.

...

En fin, Pablo, que hay que explicárte­lo todo. Y ahora cuéntaselo a tus hijos.

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