Josep Maria Flotats cumple 80 años y lo celebra sobre el escenario
El actor y director celebra hoy su cumpleaños dando vida a Voltaire en el teatro Tarragona
“Josep Maria, tú has hecho un pacto fáustico”, le espeta divertido el director Àlex Rigola, que por casualidad se encuentra también en el restaurante de Sarrià donde se realiza esta entrevista. Si no ha hecho un pacto fáustico, poco le falta: el actor y director Josep Maria Flotats, que hoy cumple 80 años, está espléndido. Y va a pasar su aniversario en su lugar favorito, en el escenario: esta tarde protagoniza en Tarragona junto a Pere Ponce el inicio de la gira de Voltaire/Rousseau, una obra con la que ya ha arrasado en Madrid. Eso sí, bromea que como decían en la Comédie, su edad no se pronuncia así y masculla el número de modo que sólo se entiende el final, “enta”, casi “ñeñenta”, pudiendo ser cualquier década de la vida.
“Si no me lo recuerdan, no me acuerdo. 80 años... no sé. Es sólo un año más. No pienso en la edad, si voy a un médico nuevo y la enfermera pregunta la edad, he de pensar: doy el año de nacimiento. Me parece una cifra muy elevada, 80, no me he dado cuenta de que han pasado. Este aniversario me impresiona, porque hace un tiempo pensaba que alfranceses guien con esta edad era mayor. Y no me siento mayor. Tengo tantas cosas a hacer y tantas ganas de hacer tantas, que no quiero comenzar a decir fríamente que quizá no las podré hacer todas. Ya veremos”, sonríe uno de los grandes nombres del teatro catalán, que hizo buena parte de su carrera en los mayores teatros y regresó a Barcelona a montar el Teatre Nacional de Catalunya, del que saltó tras la primera temporada por un enfrentamiento con el conseller de Cultura.
Flotats dice que no es nostálgico. “Como decía Simone Signoret, la nostalgia no es lo que era. Nostalgia de nada. Contento de haber supera- do tempestades y truenos inoportunos y seguir navegando”. Si mira su camino, sus épocas importantes las ve en Francia. “Si mañana tuviera que volver a la escuela de teatro de Estrasburgo, lo haría feliz. Es uno de los momentos de mi vida más placenteros y de más conocimiento. Luego, dos o tres veces al día me fal- ta París, sigue siendo mi casa, son 25 años de mi vida haciendo papeles protagonistas en los teatros más importantes. Pero no es nostalgia, es un recuerdo feliz. No sé mirar atrás. Me dicen: tendrías que escribir tus memorias. Ya las conozco. En una hora baja, que todos tenemos, he deseado haber acabado los años que me correspondían en el TNC y que, por un error de casting de conseller de Cultura, no pude hacer”.
“Los tropiezos –ríe– los he tenido en mi vida privada, pero esa no se explica. Me he casado con el teatro, fuera he tenido poco tiempo libre. El tiempo libre, por decirlo metafóricamente, es el que te tiene que venir a encontrar, y si no viene, sigues el camino. A veces me ha venido a encontrar un fin de semana y no sabes muy bien el porqué. Y el lunes sigues el camino”. Un camino que con los años, dice, le ha hecho “menos impulsivo”. Cuenta una anécdota por la que “quizá ahora me denunciarían”. “No me enfado fácilmente, pero en un ensayo en el Poliorama un actor, un amigo al que quiero mucho y me quiere mucho, no hacía lo que le pedía. Tras dos días diciéndole que no era eso y él que sí, me dijo: ‘Pues no sé qué hacer’. Y me salió textualmente: ‘Pues suicídate’. Todo el mundo rió. Nadie me procesó. Se interpretó en buen sentido. Tranquilicemos las cosas, es un oficio basado en los sentimientos y en la pasión .Y el director sabe el ritmo y el significado por el que ha querido montar la obra”.
Sobre el momento actual, dice que es “muy pesimista por la barbarie que se está instalando en todas partes, pero un pesimista activo: no sé si el teatro sirve para modificar el mundo, pero sí que es una escuela de civilización, y cuantas más haya, mejor”. Un teatro que no es capaz de dejar porque “el público siempre es nuevo, diferente, debe haber algo parecido en los que juegan a la ruleta, un gusto por el riesgo. ¿Lo haré bien esta tarde? Si no resbalas y sale bien, es una satisfacción enorme”.
“Alguna vez he deseado acabar mi mandato en el TNC, que por un error de casting del conseller de Cultura no acabé”