La Vanguardia

Luces y sombras de Setién

El entrenador del Betis provoca sentimient­os encontrado­s en la afición

- ADOLFO S. RUIZ

Admirado por unos, vilipendia­do por otros. Desde la llegada de Quique Setién al Betis el entrenador cántabro presenta un balance desconcert­ante. Grandes victorias conviven con humillante­s derrotas. La afición verdiblanc­a vive instalada en un extraño vaivén. Cada vez que acude al Villamarín, y lo hace siempre en gran número, nunca sabe si esa tarde le tocará aplaudir o llorar. Y en su terreno de juego casi siempre aparecen las lágrimas, porque las mayores gestas del equipo con Setién al frente casi siempre han sido lejos del barrio de Heliópolis.

Muchos ven en Quique Setién, cuyo nombre ha sonado en algunos medios como posible sustituto de Ernesto Valverde en el Barça, grandes virtudes y otros observan enormes defectos. No deja indiferent­e a nadie mientras él sigue sacando ideas del ajedrez, su otra pasión, aplicables al juego del balompié. A veces, se enroca y pasa a la defensiva; en ocasiones se lanza al ataque sin tener la espalda cubierta.

Desde su llegada, Setién ha protagoniz­ado importante­s gestas en el Betis. Ganó en el Bernabéu (0-1) la temporada pasada y goleó al Sevilla (3-5) después de una larga travesía en el desierto en los derbis de la ciudad. Clasificó al Betis para competicio­nes europeas. Su partido cincuenta al frente de los verdiblanc­os lo festejó en el Camp Nou con su triunfo frente al Barcelona después de más de 20 años sin ganar en el feudo blaugrana. Se impuso con autoridad al Milan en la capital italiana hace un par de meses. De hecho, es el segundo técnico de la historia del club que consigue un mejor porcentaje de victorias (44%) en la dirección de su primer medio centenar de partidos.

Genio para unos, loco para otros. Entre los primeros, quienes valoran una forma distinta de ver el fútbol, donde prima la impronta del entrenador, la búsqueda de los resultados a partir de la diversión, muy por delante de la motivación o el sacrificio (la antítesis del Cholo Simeone). Para los segundos, un vendedor de humo, incapaz de rectificar sus errores más evidentes, obcecado en un sistema y unas alineacion­es que producen sudores y escalofrío­s a partes iguales. Un técnico que prima la posesión, en demasiadas ocasiones para nada. Un entrenador capaz de asumir grandes riesgos en su área y timorato en la contraria.

Si Setién acumula importante­s gestas, también los fracasos son sonoros. De la temporada pasada aún escuecen las heridas de los resultados ante el Valencia (3-6), un Cádiz repleto de suplentes en Copa (3-5) o la goleada en Ipurua (5-0). En esta temporada, junto a los triunfos en Barcelona, Girona o Cornellà, y la victoria en el derbi frente al Sevilla, presenta una hoja de servicios muy irregular, donde destacan las derrotas en casa ante Levante o Valladolid y la más reciente en Huesca. Un Betis resucitado­r de cadáveres.

Las críticas a Setién, durísimas en algunos ambientes, parten de la idea de que Serra Ferrer ha logrado confeccion­ar una de las mejores plantillas de la historia bética y algunos resultados no casan con esa realidad. Se le critican las alineacion­es titulares, se arremete contra la mala lectura de los partidos, se incide en su nula capacidad de reacción para solventar problemas que ve cualquier aficionado, se echa en falta se escasa capacidad de cintura, siempre sujeto al mismo esquema 3-4-2-1 pase lo que pase y vaya el partido como vaya. Se lamenta, en definitiva, carecer de genio suficiente para rebelarse ante lo que se percibe como inevitable en el terreno de juego. Amado y odiado, mañana frente al Real Madrid nadie puede predecir qué Betis saldrá. La moneda está en el aire.

UN EQUIPO INTERMITEN­TE

Nadie puede predecir qué Betis saldrá mañana contra el Madrid; la moneda está en el aire

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RAUL CARO / EFE Quique Setién, el jueves, durante el partido de Copa contra la Real Sociedad

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