No hay Brexit bueno

NO hay Brexit bueno. Francis Bacon, canciller de Inglaterra y filósofo empírico, advirtió hace cuatro siglos que “lo malo, cuando se finge bueno, es peor”. Plantear un referéndum para salir de Europa ni estaba en la agenda del gobierno ni lo pedían los británicos. En realidad, fue una idea descabellada de David Cameron para conseguir aglutinar al Partido Conservador en lo que estaba convencido que sería un gesto que no tendría el respaldo de las urnas. El resultado de semejante estrategia fue que Cameron hubo de dimitir después de que por un corto margen los británicos aprobaran salir de la UE, tras toda suerte de mentiras de los partidarios del Brexit. Como, por ejemplo, que cada semana el país enviaba 350 millones de libras a Bruselas que se podrían destinar a la sanidad pública.

Hoy los diputados británicos decidirán si dan luz verde o no al acuerdo de un Brexit blando que ha formulado Theresa May, aunque no son nada optimistas en el 10 de Downing Street. May ha pedido a los diputados que “dejen de jugar” con el Brexit, algo que podía haber dicho a Cameron en su día, cuando tuvo la ocurrencia de la consulta. Sobre todo porque la primera ministra era partidaria de permanecer en Europa. La líder conservadora, que sí se juega su carrera en el empeño, ha intentado convencer a los norirlandeses de que logrará que sigan en la unión aduanera; a los euroescépticos, de que el Parlamento podrá decidir unilateralmente cuando se retira del citado acuerdo, y a los dirigentes de Bruselas, de que le den garantías para calmar a los duros de su partido.

Los británicos votaron convencidos de que el Brexit reforzaría el Reino Unido, cuando sólo hará que debilitarlo. Escocia desea otro referéndum porque se les amenazó con que deberían abandonar la UE si se independizaban y en el Ulster se están planteando una consulta porque la UE garantizaba borrar fronteras entre las dos Irlandas.

Bacon tenía razón: de lo malo sólo puede brotar lo peor.