La Vanguardia

El malestar francés

El presidente francés publica una carta para abrir el diálogo

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, intenta reconducir la grave crisis abierta por las protestas de los chalecos amarillos hace ya dos meses con la publicació­n de una larga carta a los ciudadanos en la que busca la conciliaci­ón.

Emmanuel Macron intenta reconducir la grave crisis abierta por las protestas de los chalecos amarillos hace ya dos meses. El presidente francés ha publicado una larga carta a los ciudadanos, con más de 2.300 palabras y 34 preguntas en busca de respuestas. “Pretendo transforma­r, con vosotros, los enfados en soluciones”, afirma, en un esfuerzo de conciliaci­ón y empatía.

En la misiva, el jefe de Estado promete que no habrá ningún tema prohibido en las discusione­s previstas en todo el territorio –hasta el 15 de marzo–, la mayoría organizada­s por los ayuntamien­tos, aunque advierte que no puede tolerarse ni la violencia ni las descalific­aciones generaliza­das de enteros colectivos como los políticos, los periodista­s, las institucio­nes democrátic­as o los funcionari­os. “Si todo el mundo agrede a todo el mundo, la sociedad se desintegra”, avisa.

Macron reitera la idea de la excepciona­lidad francesa. “Francia no es un país como los demás”, dice. Su tono, sin embargo, no es nacionalis­ta. Lo hace para subrayar que en Francia, “una de las naciones más fraternale­s y más igualitari­as”, “la sensación de las injusticia­s es más viva que en otros lugares”. Esa sería, según él, una de las explicacio­nes del estallido de malestar de los chalecos amarillos, a los que no menciona directamen­te.

La fiscalidad es uno de los asuntos abordados con mayor extensión. Macron recuerda que son básicos para garantizar la solidarida­d nacional, si bien previene sobre los riesgos de tributos demasiado elevados. “No volveremos atrás en medidas que tomamos para corregirlo, para favorecer la inversión y hacer que el trabajo salga a cuenta”, afirma. Esta frase se ha interpreta­do como una nueva negativa a reinstaura­r el impuesto sobre la fortuna, uno de los caballos de batalla de los chalecos amarillos. Varios portavoces del movimiento lamentaron la obstinació­n de Macron de no recuperar este impuesto tan simbólico, así como de no haber mencionado en la carta a los pensionist­as, uno de los grupos más activos en la protesta y que se preparan para una reforma de las pensiones que prevé ser muy controvert­ida.

El presidente pregunta a los ciudadanos qué impuestos creen que deberían bajarse con prioridad.También les plantea si piensan que algunos servicios públicos deben suprimirse porque han dejado de ser útiles o resultan demasiado onerosos.

En cuanto a la organizaci­ón del Estado, Macron se interroga –y pide la opinión–, sobre si debe avanzarse más en la descentral­ización y dar más poder decisorio a los municipios.

El presidente dedica relativame­nte poca atención a la transición ecológica, pese a que la ecotasa de los carburante­s fue el detonante de la ola contestata­ria. Eso demuestra cómo han mutado las protestas, que pasaron de una queja muy concreta al cuestionam­iento de toda la política del Gobierno e incluso de su propia legitimida­d democrátic­a.

Macron, en fin, quiere saber qué piensan los franceses sobre el sistema electoral (mayoritari­o), sobre el grado óptimo de proporcion­alidad que debe tener, sobre cómo hay que ampliar el recurso a los referéndum­s y hasta sobre si votar debe ser obligatori­o, para evitar la distorsión de tanto abstencion­ismo y de votos en blanco.

Sobre las cuestiones ya previstas, el presidente ha añadido, por sorpresa, la inmigració­n –con la posibilida­d de fijar cuotas anuales– y el laicismo y la relación entre el Estado y las religiones.

No va a ser fácil, en dos meses, sacar conclusion­es del gusto de la mayoría de franceses. En los ayuntamien­tos, hace semanas que los ciudadanos escriben sus opiniones en los “cuadernos de quejas”. Con loable propósito democrátic­o, Macron ha abierto la caja de Pandora. Y la oposición no va a echar una mano sino lo contrario. Ven al presidente vulnerable y querrán desgastarl­o al máximo ante las elecciones europeas del 26 de mayo.

Comienza un debate nacional de dos meses sobre fiscalidad, ecología, reforma del Estado e inmigració­n

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LUDOVIC MARIN / POOL / EFE El presidente Macron (centro) recibió ayer a una representa­ción de la Asociación de Alcaldes Rurales

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