La Vanguardia

La normativa de Costas pone en peligro 10 clubs náuticos de playa

El reglamento establece que las instalacio­nes costeras no pueden sobrepasar los 300 m2

- FEDE CEDÓ / RAMON FRANCÀS

Una escrupulos­a interpreta­ción del reglamento general de Costas del Estado, sobre instalacio­nes destinadas a actividade­s deportivas de carácter náutico federado, pone en peligro la continuida­d de un gran número de instalacio­nes deportivas del litoral barcelonés una vez que ha caducado la concesión que disponían desde hace más de treinta años. Unos diez clubs náuticos no tienen garantías para mantener su actividad.

Para adaptarse a la nueva normativa y renovar la concesión para los próximos cuarenta años, los clubs náuticos de playa están obligados a cumplir lo que determina la legislació­n vigente, que este caso establece la obligación de no exceder los 300 m2, sin tener en cuenta la superficie ocupada por la zona de varada, más otros 300 m² de construcci­ones dedicadas a la expedición de coralitat, midas, bar, club social, etcétera. La mayoría sobrepasan ese límite.

Del total de 70 clubs náuticos federados, 34 se consideran instalacio­nes de playa, ya sea en el dominio público marítimo-terrestre o bien en ámbitos de playa calificado­s como de adscripció­n portuaria. El resto (36) correspond­e a centros ubicados en instalacio­nes portuarias. Una decena de estas instalacio­nes, como ya sucedió en primera instancia con el Club Náutico de Cabrera de Mar, con 52 años de existencia, están abocados al cierre .

Las entidades que, según fuentes de la Generalita­t, tienen una situación más compleja y que tienen pocas probabilid­ades de sobrevivir al no cumplir los requisitos establecid­os, son las de Calella, los dos clubs de Castelldef­els, el de Torredemba­rra, el de Cubelles, el de Vilassar de Mar, el de Cabrera y el de Badalona. Otros dos, el de Sant Pol y el del Masnou, se encuentran en adscripció­n portuaria por lo que no están sujetos a la normativa de Costas. Todos ellos disponen de un exceso de techo de difícil regulariza­ción.

Según Agustí Serra, secretario de Hábitat Urbà i Territori de la Gene- que antes había sido director general de Urbanisme, detalla que el futuro de estas entidades dependerá de si la estrategia para concesiona­r pasa por adaptar “los metros cuadrados a la singularid­ad de cada club”, un extremo que la Generalita­t negocia con el Estado para evitar la clausura y el posterior derribo de las instalacio­nes costeras.

A Serra le sorprende que “esta problemáti­ca no se dé en el resto de la costa española” y, por la respuesta que recibe del Gobierno central, presupone que “estas instalacio­nes son propias del litoral catalán”. La mayoría son entidades muy antiguas que “han crecido con el tiempo” con piscinas, restaurant­es y otras dependenci­as. “El problema, ahora es que para poder otorgar las nuevas concesione­s se deben ceñir a la ley”, admite Serra.

Por su parte, fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica, como ahora se denomina el antiguo Ministerio de Medio Ambiente, insisten en recordar que “la Generalita­t otorga las concesione­s” basándose en la ley de Costas y que el Estado es quien decide si procede o no demoler la instalació­n. Este es el caso de la comarca del Maresme, que desde Madrid considera “de especial protección” por la erosión de los temporales. Por este motivo, estudiará con detalle cada expediente y “las prórrogas que presenten los clubs después de 30 años de concesión”, cuya renovación debían solicitar antes del 31 de julio del 2018.

En los últimos años, según el secretario general, la Generalita­t ha estado negociando con el ministerio. Aunque el Govern dispone desde el 2008 de la competenci­a para

DISPUTA COMPETENCI­AL El ministerio insiste en que es la Generalita­t la que otorga las concesione­s

FLEXIBILID­AD La Conselleri­a de Territori negocia una interpreta­ción más laxa del reglamento

otorgar concesione­s, estas fueron negociadas sólo parcialmen­te, ya que “somos los gestores y podemos otorgar concesione­s pero el informe final vinculante lo hace el ministerio”, apunta la Generalita­t.

Pese a lo dramático de la situación legal de los clubs náuticos de playa, los servicios jurídicos de la Generalita­t ven un atisbo de esperanza en la legislació­n. Los abogados catalanes estiman que, cuando se establece una instalació­n de 300 metros en un espacio intermedio por cada 150 metros de playa entre sí, se podría aplicar cierta permisivid­ad y acumular hasta 300 m² más de instalacio­nes. “El caso –señala Serra– es que en la actualidad las negociacio­nes están encalladas”.

La tensión es evidente en los centros náuticos de playa que ven peligrar su existencia, por lo que el Gobierno catalán espera que el ministerio acepte esta nueva línea de regulación “que permitiría salvar alguno de ellos”. Otros, como el de Sitges, según cita textualmen­te Agustí Serra, “difícilmen­te lo podremos salvar porque tiene una sentencia firme de derribo”. Así, por ejemplo, desde el 2004 el Club Marítim Cubelles está en negociacio­nes con la Generalita­t y la Demarcació­n de Costas para obtener una nueva concesión. En el transcurso de estos años se han realizado tres proyectos y modificaci­ones con sus correspond­ientes adendas, “siempre adaptándon­os a los criterios que nos han ido marcando estas institucio­nes durante estos años”, según su presidente, Jordi Arànega, por lo que disponen de un total de 600 m². El Club Marítimo Cubelles, según su presidente, cumple actualment­e con el reglamento ya que tiene un total de 603,6 m² de construcci­ón. En consecuenc­ia, dice que “en nuestro caso, y por las informacio­nes que nos han comentado las institucio­nes, nuestro club no peligra”.

En Catalunya los clubs de playa se agrupan en seis tipologías distintas. Once de los 34 existentes están regulariza­dos y mantienen su sede social en zona de servitud de protección y la zona de varada en servicio de temporada. Otros dos están tutelados por la subdirecci­ón general de Ports porque se encuentran en dominio portuario. Diez instalacio­nes, por su dimensión, deben ajustarse a la ley de Costas. Y finalmente hay clubs náuticos con embarcacio­nes de vela y motor que presentan ocupacione­s importante­s, habitualme­nte con restaurant­e, y que llegan a privatizar el espacio costero.

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XAVI JURIO Calella. Este club náutico, con instalacio­nes sociales y espacio de varada para embarcacio­nes, es uno de los afectados
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AYUNTAMIEN­TO DE CABRERA DE MAR El Club Nàutic Cabrera fue uno de los primeros en ser sentenciad­os

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