Amigo Claudio
Nunca había visto uno llorar a tantos escritores. La inesperada muerte, el pasado viernes, del editor Claudio López de Lamadrid (1960-2019), director editorial de Random House, cayó como un mazazo en el mundo editorial no solo de Barcelona, sino de todos los países hispanoamericanos. Ayer, en el tanatorio de Sant Gervasi, 600 personas se congregaron en el funeral.
“Se nos va Toti”, dijo su hermana Miriam, desvelando el sobrenombre familiar. Su otro hermano Borja evocó animados encuentros veraniegos del clan en Santander. Su pareja, Ángeles González-Sinde, destacó que “hoy el AVE Madrid-Barcelona iba lleno de escritores tristes, en vez de ejecutivos”.
Miguel Aguilar, director de Debate y Taurus, compañero desde sus inicios en Tusquets, destacó su capacidad de seducción, desveló que “su último apodo era Amado Jefe” y lo comparó con grandes nombres de la edición como Sonny Mehta o Robert Gottlieb. “Claudio se inventaba cláusulas inexistentes para evitar que los libros salieran en bolsillo así como acuerdos verbales con escritores, que nunca le desmentían”.
Su amigo Ignacio Echevarría habló del cuerpo de Claudio, “que hoy despedimos, de gran tamaño”. Su madre Carmen –presente en primera fila– nos recordó que fue necesario traerlo al mundo con fórceps. Y cómo no, con esa enorme cabeza heredada de su padre, y luego esas manazas, esos brazos y esas piernas, y sus ojos de azul fino”, una presencia física que él utilizaba a veces “para inspirar miedo, porque le divertía, u ofrecer protección”. Allí estaban sus compañeros de trabajo, como la CEO de Penguin Random House, Núria Cabutí; la directora de Plaza-Grijalbo, Núria Tey; la ex editora de Lumen, Silvia Querini; y muchos otros, como Riccardo Cavallero, antecesor de Cabutí; Jorge Herralde y Carlo Feltrinelli (Anagrama), Jesús Badenes (Grupo Planeta), Sandra Ollo (Acantilado), Joan Sala (Comanegra), Eugènia Broggi (L’Altra), Aniol Rafel (Periscopi), Emili Rosales (Grup 62), Luis Solano (Asteroide), Malcolm Otero (Malpaso) así como leyendas del sector, como Xavier Folch, Hans Meinke o Enrique Murillo.
El listado de autores ocuparía toda la página. Entre ellos, Ildefonso Falcones, Javier Pérez Andújar, Toni Hill, Patricio Pron, Elvira Navarro, Paula Bonet, Carme Riera, Ignacio Martínez de Pisón, Use Lahoz, Ray Loriga, Kiko Amat, Marta Rebón, Sergio del Molino, Jordi Soler, Santiago Roncagliolo, Marcos Giralt Torrente...
Llamó la atención la nula presencia de autoridades políticas de primer nivel. Por el Ayuntamiento acudió Jaume Asens. También se vio al secretario general del PSC, Miquel Iceta. El ministro de Cultura, José Guirao, asistió al velatorio el día anterior. Y la consellera de Cultura, Laura Borràs, envió a la delegada en Barcelona, Àngels Torras, mientras ella visitaba a los presos en Lledoners y recibía al alcalde de Lleida para promover la candidatura del Turó de la Seu Vella para patrimonio de la Unesco.
Ignacio Echevarría destacó su presencia física, que utilizaba “para inspirar miedo u ofrecer protección”
La consellera de Cultura, Laura Borràs, no asistió porque estaba visitando a los presos de Lledoners