La Vanguardia

Gran roble blanco

- Riccardo Cavallero R. CAVALLERO, fundador de SEM, Società Editrice Milanese

Conocí a Claudio en el día de Sant Jordi de 1997. Yo acababa de aterrizar de Italia y casi no hablaba castellano. Él había llegado a Grijalbo de Galaxia Gutenberg justo unos meses antes que yo. Me cayó muy bien, nos caímos muy bien, aunque quedaba claro que pocas veces se habían visto dos seres humanos más diferentes bajo el mismo techo. Diferentes, pero de algún estilo complement­arios.

Nos hicimos muy amigos. Apareció enseguida bastante claro que mi estancia en Barcelona no iba a ser una gira de placer. La situación era bastante complicada: había que actuar y había que hacerlo rápido. En Claudio encontré desde el primer momento mi compañero de viaje ideal. Él fue el primer, imprescind­ible elemento de un equipo de trabajo muy especial, único, que logró cambiar la suerte de la empresa y de nuestras vidas. Hay que decir que, con un poco de suerte y mucho amor por los libros, las cosas nos fueron bien.

Hemos crecido juntos profesiona­lmente y he tenido la oportunida­d, la suerte y el honor de disfrutar y –por qué negarlo– aprovechar su inmenso conocimien­to del oficio editorial. El mejor oficio del mundo, según él.

Desde aquellos tiempos, muchas cosas han cambiado pero la colaboraci­ón y la amistad con Claudio nunca se acabó, a pesar de trabajar en empresas y países diferentes.

En las últimas horas todos hemos sido testimonio­s de la resonancia internacio­nal de su figura de hombre de letras. Ha logrado el máximo respeto tanto de los grandes como de los pequeños del mundo de la edición y eso es algo que pasa solo con los grandísimo­s.

Pero no quiero hablar del gran editor. Hay personas que ya lo han hecho con palabras inolvidabl­es y muy conmovedor­as.

Yo quiero hablar del roble. De aquel monumental, nudoso roble blanco –de toda la vida– que nos ha ofrecido a todos sombra y reparo. El que nos vio crecer y que nos ha orientado cuando estábamos perdidos y lejos de casa. Claudio tenía la capacidad de llevar la tranquilid­ad con su mera presencia, parecía que todo tenía solución. Poco importa si a veces todo esto se expresaba con aquella ternura cantábrica que compartía con su inolvidabl­e tío Toni…

Su concepto de familia ha sido totalizant­e y revolucion­ario. Una familia extensa, multiforme, intensa, antigua y modernísim­a al mismo tiempo.

Según su estilo, ha dejado la fiesta sin avisarnos, siempre lo hacía. Sólo que esta vez nos duele más.

Quiero recordar las palabras de un autor que Claudio nunca hubiera publicado, Abraham Lincoln. Las encontré en su horóscopo de un periódico italiano el sábado pasado mientras esperaba el vuelo que me iba a traer aquí para saludarle: “Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años”.

Y, en eso, Claudio sale ganando.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain