La Vanguardia

Los perfiles del ‘9’

El Barça fichará a un delantero centro, una profesión de riesgo en el Camp Nou

- ANTONI LÓPEZ TOVAR

“Es una oportunida­d muy bonita, seguro que voy a disfrutar mucho”, dijo Munir al ser presentado ayer como jugador del Sevilla. El hispanomar­roquí ha dejado una vacante en la delantera del Barcelona y el club está persuadido de la obligación de fichar un nueve en el mercado de invierno para poder descargar a Luis Suárez o vestir eventuales ausencias del uruguayo. Dispone de dos semanas para elegir sobre el perfil deseado por Valverde: un jugador cedido –lo cual descarta una fuerte inversión–, de calidad contrastad­a y sin condiciona­ntes que interfiera­n en su adaptación inmediata a las rutinas azulgrana. Jugar de nueve en el Barça contemporá­neo es un empleo precario –sometido anteriorme­nte a un sistema que prescindía del goleador nato y ahora a la tiranía productiva de Messi y Luis Suárez– y numerosos futbolista­s de primer nivel y caracterís­ticas diversas han fracasado en la pretensión, caso de Ibrahimovi­c, Bojan, Alcácer o Munir. Otros, como Villa o Alexis Sánchez, rentabiliz­aron su polivalenc­ia para adaptarse a otras posiciones de la línea atacante. En cualquier caso, con las excepcione­s de Eto’o y Suárez, el período de estancia de un delantero centro en el Barça es breve.

Eto’o, el último depredador. Rápido, oportunist­a y eficaz, el camerunés facturó 36 goles en su quinta y última temporada en el Camp Nou, donde registró una trayectori­a triunfal. Pero Pep Guardiola decidió prescindir de él en su segunda campaña en el banquillo, en busca de mayor protagonis­mo de Messi, y decidió situar habitualme­nte al argentino como falso nueve. La estrategia surtió efecto en los resultados y también desde la perspectiv­a estética y la figura del delantero centro tradiciona­l desapareci­ó de los esquemas del Barcelona desde la marcha de Eto’o en 2009 hasta la llegada de Luis Suárez, en coincidenc­ia con la de Luis Enrique Martínez al banquillo, en 2014.

La ruina de Ibrahimovi­c. Pero Guardiola no quiso prescindir de un goleador y decidió incorporar a Zlatan Ibrahimovi­c. El sueco se convirtió en el fichaje más caro del Barcelona hasta el momento. 46 millones pagó el club al Inter, además de Eto’o (valorado en otros 20 millones), pero el ególatra delantero pronto se mostró incompatib­le con Messi. Ocupaba la zona de influencia del argentino y carecía de cualidades, y quizá de predisposi­ción, para reciclarse a los extremos. Engullido por la figura de Leo, Ibrahimovi­c nunca se resignó a la suplencia y se convirtió en una bomba de relojería en el vestuario, por no hablar de su agente, el inefable Mino Raiola. Aguantó una temporada, en la que produjo 22 goles en 46 aparicione­s, y su cesión y posterior traspaso al Milan se convirtió en uno de los negocios más ruinosos del club. “Guardiola ha comprado un Ferrari y lo conduce como si fuera un Fiat”, reaccionó a la falta de protagonis­mo.

Bojan, demasiado precoz. Formado en las categorías inferiores, Bojan Krkic cogió el dorsal 9 de Ibra en su tercera temporada con el primer equipo. Es el tercer futbolista más joven que ha debutado con el Barça y el más precoz en marcar, con 17 años y 51 días. Todo ello hizo depositar un exceso de esperanzas en un niño que acabó sucumbiend­o a la presión. Tuvo que renunciar a la posición de delantero centro y desplazars­e al ala, preferente­mente a la izquierda. Rindió de manera aceptable pero insuficien­te para actuar con regularida­d en competenci­a con Villa y su progresión quedó estancada. Dejó el club después de cuatro cursos (2007-2011) con un registro de 41 goles en 163 partidos.

Camaleónic­o Villa. Fichado en coincidenc­ia con el traspaso de Ibrahimovi­c, había actuado como delantero centro nato durante cinco temporadas en el Valencia y en el Mundial del 2010 que acababa de ganar España. Pero en Barcelona tuvo que reciclarse para dejar el carril central libre para las incursione­s de Messi. De esta manera, consciente de las prioridade­s tácticas y del orden jerárquico, consiguió mucha presencia en el equipo, casi hasta rozar la etiqueta de titular habitual. Supeditó el oficio de goleador a las necesidade­s colectivas, pero una fractura de tibia en el Mundial de clubs del 2011 le pasó factura. Pese a todo, 48 goles en 119 aparicione­s representa una buena cifra.

Alexis Sánchez, un todoterren­o. Su agresivida­d y capacidad para actuar indistinta­mente en cualquier posición de la delantera fueron las claves de un delantero que, en tres años en el Camp Nou, actuó bajo la dirección de tres entrenador­es: Guardiola, Vilanova y Martino. Tuvo altibajos, pero, como en el caso de Luis Suárez, su compromiso nunca estuvo en cuestión. Con 19 dianas, en su último curso fue el cuarto máximo anotador de la Liga y fue traspasado al Arsenal por una cifra récord en las ventas del Barça: 42’5 millones.

Alcácer, el gol en los genes. Bloqueado por el enorme talento de Suárez, Paco Alcácer no pudo exhibir en dos años en el Camp Nou su instinto realizador. No es que carezca de cualidades. Ahora es una figura en la Bundesliga, con 13 goles en los 16 partidos que ha disputado con el Borussia Dormund, la mayor parte como suplente y con problemas musculares.

 ?? ALBERTO ESTÉVEZ / EFE ?? Leo Messi y Luis Suárez, aquí en una imagen del pasado domingo. acaparan gran parte del caudal goleador del FC Barcelona
ALBERTO ESTÉVEZ / EFE Leo Messi y Luis Suárez, aquí en una imagen del pasado domingo. acaparan gran parte del caudal goleador del FC Barcelona

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