La Vanguardia

Fútbol europeo con acceso limitado para las mujeres

El Juventus gana en Arabia Saudí en un partido con restriccio­nes para las mujeres

- ANNA BUJ Roma. Correspons­al

El Juventus ganó ayer al Milan su octava Supercopa italiana. Pero más que por el gol de Cristiano Ronaldo en la segunda parte, el partido de ayer será recordado por la fuerte polémica que ha rodeado la decisión de la Liga italiana de jugarla en Yida (Arabia Saudí).

El pasado junio, la Serie A firmó un acuerdo por el que el país del Golfo pagaría más de 21 millones de euros a la Serie A y 3,5 millones a los clubs participan­tes para celebrar en su país tres de las cinco próximas finales. La de este 2019 se jugó ayer en el estadio internacio­nal Rey Abdullah por el precio de cerca de siete millones de euros.

Aunque la venta de entradas iba muy bien, según presumió a principios de enero la Liga italiana, el fútbol ha pasado a un segundo plano estas últimas semanas al saberse que las mujeres no podrían disfrutar del encuentro como en cualquier otro partido en Europa. Fueron confinadas a las gradas “para familias”, lejos de las de hombres solteros. Así sucede desde hace un año, tras el movimiento del príncipe Mohamed bin Salman, quien para aparentar la modernizac­ión saudí permitió que las mujeres pudiesen acceder a los actos deportivos, pero en lugares reservados.

Según las cifras que manejaba la prensa deportiva, ayer había unas 15.000 mujeres entre los 62.000 tifosi presentes. Una milanista, Maria Luisa Gratti, se perdió el primer partido de su club en años porque se negó a separarse de sus amigos hombres. “Esta segregació­n en sectores separados me duele, y me duele que el fútbol italiano lo acepte”, dijo al Corriere della Sera.

Incluso el ministro del Interior, Matteo Salvini, un declarado hincha del Milan –juró el cargo con una pulsera de los rossoneri–, aseguró que él no pensaba ver el partido. “Que la Supercopa de Italia se juegue en un país islámico donde las mujeres no puedan ir al estadio si no son acompañada­s por hombres es triste y asqueroso. Yo este partido no lo veo”, declaró el líder de la Liga en un vídeo en sus redes sociales.

También han expresado su disconform­idad asociacion­es humanitari­as y hasta el sindicato de periodista­s de la televisión pública RAI, la encargada de retransmit­ir el partido. Minutos antes de empezar, un presentado­r leyó un comunicado de protesta. “Siete millones de euros. Esto es lo que vale el silencio ante las bombas, también italianas, que desde hace años masacran a los civiles de Yemen. Ante los niños soldado. Ante el brutal homicidio en el consulado saudí en Estambul del periodista Jamal Khashoggi”, criticaba el sindicato de la Rai.

“A pocos kilómetros de allí, en la mezquita de Yida, en el 2015 dieron los primeros 50 latigazos a un bloguero que sigue en la cárcel. Hay decenas de condenados a muerte, pero los derechos humanos han sido tapados por siete millones”, añadía el portavoz en Italia de Amnistía Internacio­nal, Riccardo Noury.

No es la primera vez que la Supercopa se juega fuera, pero nunca había levantado tanta polvareda. En los clubs se lavan las manos. “La Liga ha hecho este contrato y tenemos que ir”, dijo el entrenador del Juventus, Massimilia­no Allegri. “Y ha habido un pequeño paso adelante, las mujeres pueden ir al partido. Miremos el aspecto positivo”.

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GIUSEPPE CACACE / AFP Las mujeres sólo pudieron acceder a ciertas zonas del estadio, a las llamadas gradas para familias, lejos de las de hombres solteros

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