Valls promete acabar con el “efecto llamada”
El candidato garantiza a los comerciantes que devolverá la confianza a la Guardia Urbana y el orden en el espacio público
A la Guardia Urbana de Barcelona le faltan recursos y personal –entre 1.000 y 1.500 agentes– pero lo que le falta sobre todo es “recuperar la confianza del político”, una confianza perdida durante los cuatro años de gobierno de los comunes. Esta es la opinión de Manuel Valls, que promete recuperar la sintonía entre la policía local y sus responsables políticos si alcanza la alcaldía tras las elecciones del 26 de mayo. Si ocupara el sillón que ahora tiene en préstamo Ada Colau, el exprimer ministro y exministro de Interior de Francia se ve capaz de acabar con el “efecto llamada” que ha provocado que Barcelona sea hoy una ciudad menos segura, con un incremento de la prostitución en algunos barrios, con menores no acompañados, desatendidos y abocados a la delincuencia y con un top manta desbocado.
Valls culpó ayer al gobierno de Colau y a la “falta de orden” que ha propiciado en el espacio público de ese “efecto llamada”, facilitado a su juicio por decisiones como la “institucionalización de un sindicato de manteros que recibe dinero del Ayuntamiento”. Su promesa de una ciudad más segura y con más cámaras de vigilancia la oficializó ante uno de los colectivos más castigados por las actividades al margen de la ley que se dan en la calle. El candidato independiente auspiciado por Ciudadanos inauguró ayer el ciclo de encuentros con los alcaldables organizado por Barcelona Oberta y la Fundació Barcelona Comerç en colaboración con La Vanguardia –Enric Sierra, adjunto al director, moderó el acto– en el hotel Cotton House.
Poco a poco Manuel Valls va desgranando aspectos del programa con el que aspira a convertirse en alcalde de Barcelona. Los relacionados con la seguridad ocupan un lugar destacadísimo, como quedó claro ayer a la representación de más del 90% del comercio de la ciudad. Además de reforzar la Guardia Urbana material y moralmente, Valls tiene en mente otras medidas para que la inseguridad ciudadana deje de ser, como señala el último barómetro municipal, el problema número uno de Barcelona. Este candidato, que a pesar de haber saltado a la arena política barcelonesa con el traje naranja de Ciudadanos no reniega de su adscripción socialista, parte del principio de que la inseguridad suele cebarse en los más vulnerables. Por eso se echa las manos a la cabeza ante algunas actitudes de quienes gobiernan la ciudad. “Si te llamas de izquierdas y ves fascistas por todas partes, has de considerar también que la inseguridad genera desigualdades”, dijo en una clara alusión a los prejuicios ideológicos de quienes en el 2015 se hicieron con el poder municipal.
En su intervención ante los comerciantes, Manuel Valls se situó “en clara sintonía con el propósito inteligente del PSC” de promover los Apeus (áreas urbanas de promoción económica), una fórmula de autogestión y colaboración público-privada muy demandada por el sector y que quedó frenada
El alcaldable no ve prioritario el tranvía por la Diagonal y cree posible organizar los Juegos de invierno
tras la expulsión de los socialistas del gobierno municipal. Sobre el debate recurrente en la política local de estos últimos años, dijo que la conexión del tranvía por la Diagonal no es prioritaria porque supondría una inversión excesiva y complicaría el tráfico en buena parte de la ciudad. Y aunque descartó impulsar la candidatura de Barcelona a unos nuevos Juegos Olímpicos de verano –“cuidado con la nostalgia”–, sí que expresó su convicción de que la capital catalana, junto a los Pirineos, ha de competir y tiene muchas opciones de ganar la carrera por ser sede de los Juegos de invierno.