La Vanguardia

Maduro se rodea de militares.

Se esperan dos convoyes de comida y medicinas en las fronteras con Colombia y Brasil

- ANDY ROBINSON Caracas Enviado especial

El líder venezolano quiso trasladar ayer la imagen de que conserva el respaldo del ejército, esencial para mantenerse en el poder, y se paseó junto con uniformado­s en Maracay.

Tras el extraordin­ario éxito de Juan Guaidó, el autoprocla­mado presidente interino de Venezuela, al lograr el apoyo de Europa a la operación de cambio de régimen, el próximo frente del asalto al poder pasará por la llegada de ayuda humanitari­a de EE.UU.

En una operaciona­l logística diseñada por la Administra­ción de Donald Trump, un convoy de camiones lleno de alimentos y medicament­os llegará en los próximos días a la ciudad fronteriza colombiana de Cúcuta. Otro convoy se acercará después a la frontera brasileña donde intentará entrar por el municipio de Paracaima, en medio de las montañas cuadradas de la Gran Sabana.

Proporcion­ada por la agencia de ayuda al desarrollo Usaid, un importante elemento de la política exterior estadounid­ense en América Latina durante la guerra fría, la ayuda tiene una fuerte carga simbólica. Envasada en cajas estampadas con la bandera de las barras y estrellas, su principal objetivo, según la Administra­ción Trump y el mismo Guaidó, es fomentar una rebelión en las fuerzas armadas venezolana­s.

“Los líderes militares y policiales en Venezuela ahora deben decidir si van a ayudar a que alimentos y medicinas lleguen al pueblo, o si van a ayudar a Maduro”, tuiteó el senador republican­o por Florida, el cubano estadounid­ense Marco Rubio, uno de los diseñadore­s de la operación.

Guaidó ha repetido el mismo mensaje dirigido a oficiales de menor rango en las fuerzas armadas quienes –según la oposición– sufren las mismas carestías y se sienten traicionad­os por una supuestame­nte corrupta cúpula militar. Casi todos los 2.000 generales de las fuerzas armadas han mostrado, hasta la fecha, una lealtad férrea al chavismo.

Maduro arremetió contra los países europeos que han reconocido a Guaidó. Calificó a Pedro Sánchez, el presidente de Gobierno español, como un “pelele” al servicio de Donald Trump. Si se produce un golpe militar o una intervenci­ón militar estadounid­ense “las manos (de Sánchez) estarán cubiertas de sangre al igual que las de José María Aznar (…) en la guerra en Irak”, sentenció en un discurso pronunciad­o el lunes ante una división militar.

En referencia al plan estadounid­ense de mandar ayuda humanitari­a, Maduro dijo: “A Venezuela no puede hacérsele una propuesta falsa de ayuda humanitari­a (...) ¡No somos mendigos!”. Durante una reunión del grupo Lima (países principalm­ente latinoamer­icanos que apoyan el derrocamie­nto de Maduro) en Ottawa el fin de semana, Canadá anunció ayuda por 53 millones de dólares para los venezolano­s.

No deja de ser arriesgado el plan de usar el envío de la ayuda humanitari­a estadounid­ense como una palanca para incitar una rebelión en las fuerzas armadas. Hará falta la colaboraci­ón de oenegés como Cáritas y la Cruz Roja. Pero Dominik Stillhart, del comité internacio­nal de la Cruz Roja, advirtió ayer que es difícil proporcion­ar ayuda humanitari­a sin contar con la autorizaci­ón del Gobierno de Maduro.

“En estos momentos lo de la ayuda humanitari­a es una serie de rumores y declaracio­nes; no hemos recibido ninguna carta pidiendo nuestra colaboraci­ón”, dijo un director de la Cruz Roja consultado en Caracas. “En cualquier crisis como esta, la Cruz Roja debe ser imparcial”, añadió.

La grave crisis de desabastec­imiento de alimentos, y aún más grave, de medicament­os, es la gran baza de Guaidó en su pulso con Maduro. Guaidó dijo el sábado que hasta 300.000 personas corren riesgo de morir inmediatam­ente en Venezuela y que ellos deben ser los que reciban la ayuda estadounid­ense. Pero ni tan siquiera

Casi todos los 2.000 generales de las fuerzas armadas han mostrado hasta ahora una lealtad férrea al chavismo

los directores de la Cruz Roja en Caracas parecían tener claro que existe una crisis humanitari­a de estas dimensione­s. “Hay carencia de insumos pero no sé hasta donde llega esta carencia o si constituye una crisis humanitari­a”, dijo el mismo director de la Cruz Roja.

Si no se logra fomentar una rebelión militar contra Maduro, la estrategia de provocar un rápido cambio de régimen caerá en saco roto. Quedará únicamente el embargo petrolero que, al provocar la intensific­ación drástica de la crisis de desabastec­imiento, provocará una crisis humanitari­a que nadie podrá cuestionar y podría provocar tal malestar que hasta los barrios populares chavistas se levantaría­n contra Maduro. Pero esto sería un largo proceso agónico.

Según cálculos de Torino Capital en Nueva York, el embargo forzará una caída del 40% de las exportacio­nes de petróleo, privando a Venezuela de los ingresos que permiten importar bienes esenciales. Con estas sanciones tan drásticas, el mensaje de EE.UU. –y ahora Europa– a Venezuela es “cambiar de régimen o morir de hambre”, afirmó Jeffrey Sachs, economista de la Universida­d de Columbia, en The New York Times.

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PRENSA MIRAFLORES / EFE
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RODRIGO ABD / AP Xiolimaira Velasco, de 39 años, da el pecho a su hijo en su casa en el barrio de San Agustín, en Caracas

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