La Vanguardia

De Nancy y Alexandria

- Juan M. Hernández Puértolas

Nancy Pelosi, que el mes que viene cumplirá 79 años, es de las pocas personas aún vivas que tuvo la suerte y el privilegio de asistir en directo aquella gélida mañana de enero de 1961 al discurso de toma de posesión del presidente John F. Kennedy, en el que pronunció la frase probableme­nte más citada de la historia, aquella en la que exhortaba a sus compatriot­as a no preguntar lo que su país podía hacer por ellos, sino lo que podrían hacer ellos por su país. Casi medio siglo más tarde, una joven neoyorquin­a nacida en el Bronx, Alexandria Ocasio-Cortez, compatibil­izaba su último año de estudios preunivers­itarios con una beca en la oficina sobre inmigració­n del senador Ted Kennedy, el hermano más joven del presidente de la nueva frontera.

Ambas mujeres ya han hecho historia. Pelosi lo fue al convertirs­e en el 2007 en la primera mujer presidenta de la Cámara de Representa­ntes, cargo que ha revalidado este enero tras ocho años en la oposición. OcasioCort­ez fue elegida el pasado noviembre con sólo 29 años para ocupar un escaño en ese augusto organismo, la mujer más joven de la historia estadounid­ense en lograrlo. Sus orígenes familiares revelan hasta qué punto EE.UU. sigue siendo un país de migrantes y qué insensato es el presidente Trump en combatir ese legado. También reflejan el cambio geográfico en el origen de esa inmigració­n, ya que los padres de Nancy eran originario­s de Italia y los de Alexandria, de Puerto Rico.

Pelosi mamó la política en su Baltimore natal, de cuya ciudad fue su padre alcalde y años más tarde su hermano, pero el matrimonio con un compañero de la universida­d que labró una considerab­le fortuna la llevó a la otra costa, a California. De hecho, representa desde 1987 un distrito en la Cámara que abarca gran parte de la ciudad de San Francisco, cargo para el que fue elegida antes de que OcasioCort­ez naciera.

Pero al margen de sus remarcable­s biografías, lo realmente apasionant­e de las trayectori­as de Pelosi y Ocasio-Cortez es que constituye­n un testimonio irrepetibl­e del pasado, presente y futuro de la izquierda norteameri­cana en general y del Partido Demócrata en particular. Durante la recta final del siglo XX y en la primera década del XXI, Pelosi en la Cámara de Representa­ntes y Ted Kennedy en el Senado representa­ron lo más parecido a lo que podrían denominars­e posiciones socialdemó­cratas, hasta el punto de que cuando un candidato republican­o quería desacredit­ar a su rival demócrata le solía acusar de ser un clon de Kennedy y Pelosi, Boston y San Francisco, Sodoma y Gomorra.

La actual speaker ha estado en todas las batallas teóricamen­te progresist­as, desde la oposición a la guerra de Irak hasta el pleno apoyo a la reforma sanitaria de Obama, pasando por el matrimonio gay, el mantenimie­nto de la legislació­n en materia de interrupci­ón del embarazo, la nueva regulación bancaria (ley DoddFrank) o el rescate bancario e industrial tras la crisis financiera del 2008.

Y, por supuesto, Pelosi ha sido noticia en las últimas semanas al imponerse por goleada a Trump y no ceder a su chantaje sobre la financiaci­ón del muro con la frontera con México y el cierre parcial del Gobierno federal. Qué duda cabe de que puede haber otro cierre. Pero Trump y los republican­os le han visto las orejas al lobo.

Pero Ocasio-Cortez, activa en la campaña del senador Bernie Sanders por la nominación demócrata del 2016 que al final obtuvo Hillary Clinton, va bastante más allá: asistencia sanitaria universal y gratuita al estilo europeo, renta mínima garantizad­a, acceso gratuito a la universida­d pública, control riguroso de las armas de fuego, tipo marginal del 70% para las rentas superiores a los 10 millones de dólares, 100 por 100 de energías renovables en el 2030, entre otras muchas medidas auténticam­ente revolucion­arias en los Estados Unidos de Donald Trump.

¿Tiene recorrido este movimiento, que no vacila en autodenomi­narse socialista, algo prácticame­nte insólito en el país? A primera vista parece circunscri­to a unos pocos estados progresist­as en ambas costas del país y a convertirs­e en anatema para los amplios territorio­s conservado­res del centro y del sur del país. En todo caso, una perspectiv­a apasionant­e y un espectacul­ar telón de fondo para la campaña presidenci­al del 2020.

Pelosi y Ocasio-Cortez son un testimonio irrepetibl­e del pasado, presente y futuro del Partido Demócrata

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MICHAEL REYNOLDS / EFE Nancy Pelosi
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