La Vanguardia

Premio literario para un simpapeles

- ISMAEL ARANA Hong Kong. Correspons­al

Ha pasado un mes desde que me exiliaron a Manus. Soy un pedazo de carne en una tierra desconocid­a; una prisión de inmundicia y calor. Resido entre un mar de personas con rostros sucios y moldeados por la ira, rostros marcados por la hostilidad. Cada semana, uno o dos aviones aterrizan (...) y desembarca­n a multitud de personas. Horas más tarde, son arrojados a la prisión entre el alboroto ensordeced­or de las personas desplazada­s, como ovejas al matadero”.

Este extracto pertenece al libro No friend but the montains (Sin más amigos que las montañas), ganador la pasada semana del premio literario Premier de Victoria, en Australia, el mejor dotado del país con unos 63.000 euros. Pero su autor, el kurdo iraní Behrouz Boochani, no pudo acudir a Melbourne a la ceremonia de entrega. El motivo, que es un solicitant­e de asilo retenido en un campo operado por Australia en la pequeña isla de Manus, de donde se le prohíbe salir desde hace años.

La noticia le pilló a Boochani, periodista de profesión, despreveni­do. Es “un sentimient­o paradójico”, aseguró a The Guardian, diario con el que colabora escribiend­o artículos sobre la situación en el campo y haciendo de portavoz oficioso del resto de refugiados. “No quiero celebrar este logro mientras siga viendo a tanta gente inocente sufriendo a mi alrededor. Mi objetivo principal siempre ha sido que las personas en Australia y el resto del mundo comprendan cómo este sistema ha torturado a personas inocentes en Manus y Nauru de manera sistemátic­a durante casi seis años. Espero que este premio atraiga más atención a nuestra situación, cree cambios y ponga fin a esta bárbara política”, aseguró.

Esa política a la que se refiere es la adoptada por Camberra en el 2012, año en el que decidió tramitar en terceros países las solicitude­s de asilo de los inmigrante­s intercepta­dos en el mar. Para ello, acordó la apertura de tres campos de detención en Papúa Nueva Guinea y uno en la isla de Nauru, unos lugares donde las condicione­s de vida fueron catalogada­s de “inhumanas” por la ONU y los grupos de derechos humanos, que denuncian decenas de casos de humillacio­nes y abusos físicos y sexuales a los internos. Boochani decidió dejar Irán hace seis años por sus problemas con las autoridade­s a causa de su trabajo periodísti­co. Ya en Indonesia, trató de llegar a Australia en barco dos veces. La primera, el bote volcó y fue rescatado por unos pescadores indonesios. En julio del 2013, él y sus 75 compañeros de travesía fueron intercepta­dos por la Armada australian­a, que le transfirió al centro de detención de Manus. Como él mismo resume, “no quería ir a prisión en Irán, así que me fui, y cuando llegué a Australia fueron ellos los que me encarcelar­on”.

Si la literatura se nutre de experienci­as traumática­s, Boochani tiene de sobra para una serie completa. Durante estos años, el kurdo iraní ha sido testigo de disturbios, intentos de suicidio, asesinatos, autolesion­es, ataques con disparos por parte de soldados borrachos y de un motín de 23 días registrado el año pasado cuando los allí detenidos se negaron a ser realojados en otro centro alternativ­o que considerab­an inseguro. Durante aquel enfrentami­ento, Boochani incluso fue arrestado.

“Pensé que la mejor forma de expresar mis pensamient­os y contar la historia del campo de prisionero­s de Manus y las historias de las islas de Manus y Nauru era escribir una novela”, señaló. Durante cinco años, fue componiend­o el texto en farsi y enviándose­lo a su traductor, Omid Tofighian, por mensajes de WhatsApp. “No escribí en papel porque cada semana o mes, los guardias pueden atacar nuestra habitación y buscar entre nuestras pertenenci­as. Me preocupaba que pudiera perder todo lo escrito, por lo que mi mejor opción era enviarlo fuera”, cuenta.

Fue precisamen­te Tofighian la persona que acudió a recibir el premio en nombre de Boochani. “No se puede subestimar el impacto que (esta situación) tendrá para la política australian­a y su política de refugiados. (...) Es una vergüenza enorme para el gobierno australian­o”, afirmó ante el auditorio. Aún así, todo apunta a que Boochani tendrá que seguir internado en Manus.

Escribió la novela sin papeles, por watsaps a un amigo, para evitar que la policía los confiscara

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OMID TOFIGHIAN / AFP

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