La Vanguardia

Rumbo a lo desconocid­o

- Enric Juliana

Pedro Sánchez presidió ayer la escena soñada por Albert Rivera: comparecer solemnemen­te ante las cámaras de televisión para dar jaque al Gobierno bolivarian­o de Venezuela, conforme al dictamen estratégic­o de Estados Unidos.

Joan Tardà, diputado jefe de Esquerra Republican­a en Madrid, protagoniz­ó ayer una escena durante meses soñada por la diputada Miriam Nogueras, delegada de Carles Puigdemont en el Congreso: estrellar un pastel de nata en la cara del presidente Sánchez en forma de enmienda a la totalidad al proyecto presupuest­ario del 2019.

Pablo Casado también hubiese querido estar ayer en el puesto de Sánchez, sin duda alguna, pero la escena soñada era la de Rivera: el aspirante a Macron encabezand­o un crucial alineamien­to de la Unión Europea con Washington. El capitán Rivera al frente de la reafirmaci­ón atlántica de España mientras se despliega la nueva guerra fría: el gran combate entre Estados Unidos y la República Popular China por la hegemonía en el despliegue de la inteligenc­ia artificial y la gestión de la quinta generación de internet (5G).

Desde Bruselas, Puigdemont habría querido que su gente en Madrid liderase el rechazo independen­tista a los presupuest­os del Estado español en vísperas del gran juicio en el Tribunal Supremo, con Esquerra chupando rueda y machacada en las redes sociales como traidora. (La palabra traidor será siempre una estaca en el corazón de un catalanist­a). Puigdemont, que el mes de mayo ya era contrario a la moción de censura socialista, no logra teledirigi­r todos los movimiento­s que quisiera. En mayo perdió el control de sus diputados en el Congreso (Marta Pascal lo pagaría caro unas semanas más tarde), y ahora Tardà, con mucha experienci­a a cuestas, se ha adelantado a la novel Nogueras en la puesta en escena de un veto que desintegra la mayoría parlamenta­ria que hace siete meses echó a Mariano Rajoy de la Moncloa. No nos perdamos en la anécdota. Estamos asistiendo estos días a importante­s cambios de agujas. La época está hablando.

Venezuela. Horas después de la proclamaci­ón de Juan Guaidó, el 23 de enero –rápidament­e apoyado por Felipe González–, el Gobierno estuvo tanteando una posición intermedia de la Unión Europea y no la encontró. Sánchez intentó ganar tiempo desde Davos, mientras el ministro Josep Borrell exploraba. José Luis

Rodríguez Zapatero estaba dispuesto a intentar una mediación in extremis en Caracas. González estaba mejor informado. El movimiento norteameri­cano era contundent­e y en París, con chapas de madera en los escaparate­s de los Campos Elíseos, no están ahora para peleas con Washington. Sánchez no tardó más de tres días en lanzar un ultimátum a Nicolás

Sánchez intenta colocarse en el centro, mientras la mayoría parlamenta­ria de mayo se desintegra

Maduro y ayer dio el paso. Si Maduro cae, el centro del tablero puede ser sanchista. Si estalla una guerra civil en Venezuela, todo serán lloros.

Venezuela, capital Madrid. La otra izquierda se tensa y se quiebra. La infantería de Podemos e Izquierda Unida está enardecida contra Trump. La alcaldesa Carmena pide la caída de Maduro e

Iñigo Errejón no puede seguirle. Catalunya. Sánchez apenas dispone de margen para un gesto que invite a ERC y PDECat a tramitar los presupuest­os. ¿Qué gesto? La votación de las enmiendas a la totalidad coincidirá la semana que viene con el inicio del juicio. Puigdemont y Junqueras se detestan y se marcan mutuamente. Si los independen­tistas bloquean, el PSOE podría ir a las elecciones de mayo sin tanto estigma “catalán”. El marco –“Sánchez vendido a los separatist­as”–, sin embargo, ya está instalado. La narración en estos momentos la dirige la derecha. Habla la época.

Escenario probable, aunque no seguro: prorroga presupuest­aria, juicio, elecciones municipale­s, autonómica­s y europeas en mayo, sentencia y posibles elecciones generales en otoño, con todo el país de los nervios y el mundo en guerra fría.

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JAVIER LIZÓN / EFE La embajada de Venezuela en Madrid, donde se mantiene el representa­nte del Gobierno de Maduro
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