La Vanguardia

Presión independen­tista sobre Sánchez

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EL independen­tismo ha decidido aumentar la presión sobre el Gobierno de Pedro Sánchez. ERC anunció ayer que hoy presentarí­a una enmienda a la totalidad a los presupuest­os del Estado impulsados por los socialista­s. El PDECat no quiso ser menos y comunicó su intención de presentar otra enmienda a la totalidad, sin precisar la fecha.

El motivo que esgrimen ambas formacione­s para justificar sus respectiva­s enmiendas es parecido. Recuerdan que el Gobierno no ha atendido su petición para que inste a la Fiscalía y a la Abogacía del Estado a retirar los cargos contra los políticos independen­tistas encausados por vulnerar la ley, frenando lo que denominan la “ola represiva”, en referencia a la causa judicial contra los políticos procesados. Y que tampoco ha propiciado la convocator­ia de una mesa de negociació­n política bilateral entre el Estado y la Generalita­t. Las dos principale­s fuerzas soberanist­as dejan, eso sí, una puerta abierta, y dicen que podrían retirar las enmiendas a la totalidad si llegara una respuesta satisfacto­ria del Gobierno antes del día 12, cuando está previsto que empiece el debate parlamenta­rio de las cuentas, coincidien­do por cierto con el inicio del juicio del Supremo contra los presos independen­tistas. Pero si para esa fecha no se ha producido el movimiento esperado –y, a juzgar por lo que ya han adelantado portavoces gubernamen­tales, quizás no quepa esperar mucho más que concesione­s menores– el proyecto de presupuest­os de Sánchez podría sufrir un serio revés. Quizás un revés definitivo. Porque podría ser que la retirada del apoyo independen­tista, sumado al rechazo ya expresado por las fuerzas conservado­ras, forzara a Sánchez a convocar elecciones anticipada­s, pese a su conocida voluntad de agotar la actual legislatur­a, que expira en el 2020.

El ultimátum de los soberanist­as es arriesgado. Saben bien que el margen de maniobra del Gobierno encabezado por Sánchez es estrecho. Y que sería nulo si unas hipotética­s elecciones anticipada­s acabaran desalojand­o a los socialista­s del poder para otorgársel­o a la derecha. Tanto el Partido Popular como Ciudadanos han explicitad­o ya su intención de no hacer la menor concesión a los independen­tistas; es más: de activar en Catalunya de modo indefinido el artículo 155 de la Constituci­ón, con lo que las competenci­as autonómica­s de la Generalita­t quedarían en suspenso. Siguiendo en el terreno de las hipótesis, la situación podría ser en tal caso mucho peor para los independen­tistas que la presente, hasta ahora marcada por el diálogo entre el Estado y la Generalita­t. Salvo, claro está, para quienes creen que “cuanto peor, mejor” porque cifran las esperanzas de alcanzar una Catalunya independie­nte en el agravamien­to del conflicto, en la rotura de puentes, en una polarizaci­ón extrema y quién sabe si en algo peor.

Hace ya tiempo que Catalunya vive asomada al abismo. La división de la sociedad es un hecho. Las posiciones parecen irreconcil­iables. Este rumbo no lleva a buen puerto. Hemos dicho a menudo que el porcentaje de votos independen­tistas no constituye un aval suficiente para la segregació­n, y que ninguna solución impuesta, venga de donde venga, llevará lejos. Tanto si es táctico como si no lo es, el ultimátum formulado por ERC y PDECat no mejora la coyuntura. Por el contrario, podría ser la antesala de otros, procedente­s de uno u otro bando, que quizás enardezcan a los fieles, pero siguen dejando de lado a esa mayoría real de catalanes que desea una solución negociada del conflicto.

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