La Vanguardia

Negativida­d estructura­l

- Fèlix Riera F. RIERA, editor

Todos tendemos a pensar que nuestra visión del mundo responde al conocimien­to y a la informació­n adquirida. Nos afanamos a defender esa visión aunque no responda a la realidad. Del mismo modo que un optimismo ignorante o consciente de los datos nos conduce al error, podemos afirmar que un exceso de negativida­d, que conduce al pesimismo más extremo, también nos hace errar.

El estimulant­e libro de Hans Rosling Factfulnes­s es un excelente antídoto para dejar de pensar en negativo y para constatar que el mundo va mejor que hace treinta años. Hoy muere mucha menos gente en combate que hace veinte años; hay menos muertes como consecuenc­ia de desastres naturales que al inicio del 2000 y la destrucció­n de la capa de ozono como consecuenc­ia de las sustancias emitidas por las actividade­s del ser humano ha descendido considerab­lemente. Rosling demuestra que somos más propensos a fijarnos en las cosas que van mal que en aquellas que van bien. En Catalunya esta tendencia a lo negativo se ha pronunciad­o y amplificad­o al haber enfocado el discurso en la denuncia de que todo va mal por culpa de otros. Poco importa que el 53,1% de los catalanes, según datos del CEO, opinen que el Gobierno de la Generalita­t no sabe resolver los problemas. La lógica de “España nos roba” ha culminado en una negativida­d doctrinari­a contra el Estado español que empezó siendo coyuntural y se ha convertido en estructura­l. Una visión negativa que en el Estado español también tiene su versión con la deprimente exclamació­n “¡a por ellos!”.

La mayoría de la población, valorada en un 49,9%, considera que el Govern de la Generalita­t debe concentrar sus esfuerzos en resolver el conflicto político entre Catalunya y España. A partir de este dato, se puede dilucidar que el 49,9% de los catalanes creen que es posible alcanzar un acuerdo con España que cierre el conflicto abierto desde el 2012. La prioridad debería enfocarse en logros positivos como las reuniones que están en marcha entre la Generalita­t y el Estado español para mejorar la financiaci­ón de Catalunya, o garantizar las mejores condicione­s para el juicio que va a celebrarse. Los próximos meses, en que se celebrarán las elecciones municipale­s, el juicio de los políticos independen­tistas presos y la posterior sentencia, van a definir si se impone una visión negativa sobre la resolución del conflicto u otra más acorde con los esfuerzos que unos y otros están desarrolla­ndo para buscar una solución.

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