La Vanguardia

Una colección contra la censura

Tatxo Benet, que llevará los ‘Presos políticos’ de Sierra de vuelta a Arco, reúne cerca de cuarenta obras de arte censurado

- TERESA SESÉ

No no lo concibo como un museo de la censura sino como un museo de la tolerancia. La censura es la imposición de alguien que decide qué se puede y qué no se puede ver. Yo lo que pretendo es todo lo contrario, sacar de la oscuridad todas esas obras que han sufrido algún tipo de censura y que se vean”, dice el empresario y coleccioni­sta Tatxo Benet a propósito de Censored. Arte y libertad de expresión, una ambiciosa colección que comenzó a gestar hace menos de un año, cuando adquirió la obra de Santiago Sierra censurada en Arco, Presos políticos en la España contemporá­nea ,yque hoy suma ya casi cuarenta obras.

El fundador y socio de Mediapro explica que cuando adquirió la controvert­ida obra de Sierra –lo hizo antes de que fuera descolgada del stand de la galería Helga de Alvear– no tenía ningún proyecto en la cabeza –ni siquiera sabía que sería censurada– pero que a raíz del escándalo comenzó a interesars­e por otros casos de censura en el mundo. Le sorprendió la dimensión del fenómeno –rastreando simplement­e por Internet descubrió decenas de casos– pero sobre todo “que nadie se hubiera dedicado a reunirlas en una colección, que no existiera ningún archivo, ningún centro que se dedicara a documentar e investigar los casos y al que pudieran acudir los estudiosos”. Su idea es impulsar un espacio de estas caracterís­ticas en Barcelona. Busca sede. Tiene un importante conjunto de obras y un primer catálogo que antes de su edición ya ha quedado desfasado.

La presentaci­ón en sociedad de la colección tendrá lugar en la próxima edición de Arco (del 27 de febrero al 3 de marzo) con una única pieza, esos mismos Presos políticos que en una carambola nada casual, ha conseguido llevar de vuelta al mismo lugar donde un año atrás no la dejaron estar. La instalació­n no se expondrá en el recinto ferial pero formará parte del programa VIP de Arco y podrá verse a partir del día 25 de febrero en los espacios de Zapadores Ciudad del Arte, centro de reciente apertura ubicado en un antiguo cuartel militar de ferroviari­os, en Fuencarral. Benet confía en que la presencia de la obra en el programa de la misma feria que la censuró no levante demasiadas reacciones adversas, aunque lo cierto es que ahora su fuerza expansiva se verá potenciada por la celebració­n del juicio de tres de los protagonis­tas de las fotos que aparecen en la pieza (Oriol Junqueras, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart).

Además de espoleta de su actual colección, la obra de Sierra, o mejor, su exhibición, ha sido un objetivo prioritari­o en la actividad de Tatxo Benet estos últimos meses: tras Lleida, donde registró una cifra récord de 15.000 visitantes, la pieza ha sido mostrada en una cuarentena de ciudades, en su mayoría de Catalunya, pero también de Baleares, País Vasco, Buenos Aires o Ámsterdam.

Como ya adelantó La Vanguardia, una de las primeras adquisicio­nes para su colección fue la escultura de Ines Doujak Not dressed for conquering (No vestida para la conquista), que en el 2015 se llevó por delante el equipo directivo del Macba y en la que se veía a una campesina feminista boliviana sodomizand­o al rey emérito. Poco a poco, y con la complicida­d del galerista Benito Padilla, se han ido incorporan­do otras obras afectadas por la censura, con una única excepción: una de las pinturas que Pere Llobera descolgó de su galería en Arco como muestra de indignació­n por el acto de censura. Fue el único.

La colección se abre simbólicam­ente con una primera edición de 18 grabados de la serie Caprichos de Goya, que en 1799 el propio artista retiró de la venta por miedo a las re- presalias de la Inquisició­n, aunque su ámbito es el contemporá­neo. Sin restriccio­nes de ningún tipo. Ni líneas rojas. “Hay obras de las que a lo mejor no participo estética o ideológica­mente, pero entiendo que la gente tiene derecho a verlas y decidir por sí misma”, afirma. En los fondos hay desde la maqueta original del colosal Partenón de los libros prohibidos, que Marta Minujín levantó en el 2017 en la Friedrichs­platz de la ciudad alemana de Kassel, el mismo lugar donde en 1933 los nazis realizaron una de sus quemas de libros, al Franco en el interior de una nevera de Coca-Cola tras cuya exhibición en Arco su autor, Eugenio Merino, tuvo que sentarse en el banquillo de los acusados, o la célebre Shark, del artista checo David Cerny: Saddam Hussein en calzoncill­os, con las manos atadas a la espalda, flotando en un tanque de agua que recuerda al tiburón de Damien Hirst.

Hay obras censuradas por cuestiones religiosas, como Soy virgen, de la colombiana María Eugenia Trujillo (una custodia en cuyo centro se ve una vagina cuidadosam­ente bordada), la Cajita de fósforos del colectivo Mujeres Públicas, que en el 2014 estuvo a punto de costar el puesto al director del Reina Sofía, las alfombras de oración sobre las que la artista franco-argelina Zoulikha Bouabdella­h colocó pares de stilettos blancos o el payaso del McDonald’s crucificad­o del finlan- dés Jani Leinonen, retirado del museo de Haifa. También las hay por motivos políticos (el dibujo de Illma Gore de un Donald Trump desnudo y con micropene) e ideológico­s (el viejo y desvencija­do Fiat Uno decorado con simbología franquista de Núria Güell y Levi Orta, al que el Ayuntamien­to de Figueres prohibió circular por su Rambla). Y otros que por la presión de activistas por los derechos de las minorías han retirado para siempre de circulació­n. Es el caso de la pintura Open Casket de Dana Schutz, inspirada en las fotos en el ataúd de Emmett Till, un joven negro de 14 años que fue asesinado en Mississipp­i en el año 1955 por hombres blancos que considerar­on que flirteaba con una chica blanca. La artista decidió que la obra nunca estaría a la venta por las protestas de grupos de activistas que la acusaban de querer ganar dinero con el cadáver de un negro.

El empresario y coleccioni­sta busca en Barcelona una sede estable para sacar de la oscuridad obras vetadas

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XAVI JURIO Tatxo Benet, junto a la obra de Ines Doujak y la imagen de José Ramon Lozano de un Morante daliniano vetado por el Ayuntamien­to de Colau
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COLECCIÓN CENSORED Soy virgen, de M. Eugenia Trujillo
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COLECCIÓN CENSORED. Shark, de David Cerny: Sadam Hussein flotando en un tanque de agua

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