La Vanguardia

Un derbi de culto

Cuando juegan el IJsselmeer­vogels y el SV Spakenburg, un pueblo holandés de 20.000 habitantes es el centro del universo futbolísti­co

- Rafael Ramos

Las carreteras de acceso a la localidad están colapsadas. Es imposible encontrar aparcamien­to. En todas las casas ondea una bandera, ya sea roja o azul. El Ayuntamien­to ha prohibido la venta de alcohol hasta las cinco de la tarde, a fin de evitar los incidentes violentos que se han producido en otras ocasiones. Para la fiesta de los vencedores –si los hay– ha sido designado un parque industrial a cuarenta minutos del centro. En las taquillas hay unos carteles que dicen Uit Verkocht, todo vendido. En el estadio no cabe un alfiler. El selecciona­dor nacional se halla en las gradas, así como periodista­s de medio mundo. El partido comienza con diez minutos de retraso para retirar los globos,las máscaras y toda la parafernal­ia del show que ha precedido al fútbol, y ha acabado en el césped.

¿De qué partido se trata? El Uit Verkocht indicaría que estamos en Holanda, pero no se trata de un Ajax-Feyenoord. De hecho, no participa ninguno de esos equipos, ni tampoco el PSV, o cualquier otro club de la Eredivisie. Los protagonis­tas son el IJsselmeer­vogels y el SV Spakenburg de la tercera división semiamateu­r del país, considerad­o uno de los derbis de culto del fútbol mundial desde que hace años una revista lo clasificó en el puesto diecinueve de los más apasionant­es del planeta (con el Boca-River en el número uno), y apareciera en un par de documental­es de televisión. Desde entonces, aficionado­s belgas, franceses, alemanes, austríacos, escandinav­os, norteameri­canos y hasta japoneses vienen a esta ciudad costera neerlandes­a, a una hora al sudoeste de Amsterdam, para decir que han estado y poder tachar el acontecimi­ento de las cosas que quieren hacer en esta vida, como quien se propone visitar todos los parques nacionales de los Estados Unidos o todos los estadios de Gran Bretaña. Es el partido hipster por excelencia, el fútbol puro, auténtico, libre del glamour artificial y prefabrica­do de la Premier y otras grandes ligas profesiona­les.

El Sportpark de Spakenburg no es ciertament­e ni Wembley ni la Bombonera, sino un campo con capacidad para ocho mil aficionado­s donde en días normales la taquilla con suerte llega a dos mil, pero que para el derbi global supera con creces esa cantidad, con chavales subidos hasta en los tejados y gradas provisiona­les sobre ruedas que rellenan cualquier espacio vacío. Fox Sports y la televisión nacional holandesa lo retransmit­en en directo.

El derbi es tan local que los dos clubs tienen sus estadios en el mismo complejo deportivo, separados únicamente por un parking (de hecho, los visitantes se cambian en su vestuario y llegan a pie en tres minutos al estadio rival). El IJsselmeer­vogels, el local, va segundo de la clasificac­ión tras veinte partidos jugados, y aspira al ascenso a la segunda categoría del fútbol de Holanda, que ya es completame­nte profesiona­l, un objetivo que se le ha escapado varias veces en los últimos años. El Spakenburg es sexto de la tabla.

La atención internacio­nal ha puesto una considerab­le presión sobre los hinchas de ambos equipos para responder a las expectativ­as, ya no tanto a nivel de calidad futbolísti­ca como de espectácul­o. Los nativos se quejan de que la violencia de años pasados fue orquestada por hooligans de Rotterdam, Amsterdam y La Haya que aprovechar­on el relieve del partido para pegarse en terreno neutral. Y se empeñan en mostrar al mundo una cara divertida pero amable de este derbi de culto. Otras veces los seguidores del IJsselmeer­vogels han puesto sobre el césped un cerdo, porque sus rivales tienen la reputación de ser el equipo de los granjeros. Y los hinchas del SV Spakenburg han arrojado sobre la grada de su rival centenares de escobillas para limpiar el váter. En esta ocasión el tema del show prepartido es la serie española La casa de papel (muy popular en Holanda), y antes de que empiece a rodar la pelota se ha desplegado un gran mural que dice en castellano La casa de los pájaros (el nombre del anfitrión se traduce literalmen­te como “los pájaros del lago IJssel”). Desde el terreno de juego, hombres encapuchad­os disparan ametrallad­oras de juguete sobre los hinchas, que al entrar al recinto reciben una máscara (todo eso es lo que demora el silbato inicial).

Los dos derbis de esta temporada han acabado en empate, sin ocasión para que ninguna de las hinchadas pudiera celebrarlo por todo lo alto a partir de las cinco, cuando se levanta la veda del alcohol. Aunque en realidad toda la ciudad, el sector rojo (IJsselmeer­vogels) y el sector azul (SV Sparkenbur­g), festeja el día en que la pequeña localidad de veinte mil habitantes se convierte en el centro futbolísti­co del universo.

Periodista­s y aficionado­s de todo el mundo acuden a un derbi hipster, con fama de autenticid­ad

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VI-IMAGES / GETTY Terreno de juego de Spakenburg donde juega el IJsselmeer­vogels
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