La Vanguardia

El Papa reconoce que curas y obispos abusaron de monjas

Una respuesta en una rueda de prensa ensombrece el histórico viaje a Abu Dabi

- ANNA BUJ Ciudad del Vaticano. Correspons­al

El diario del Vaticano, L’Osservator­e Romano, ha revelado estos días casos de abusos sexuales a monjas. Preguntado por ello, el papa Francisco respondió ayer: “Es verdad, ha habido sacerdotes y obispos que han hecho esto”.

El viaje histórico del papa Francisco a Abu Dabi quedó ayer ensombreci­do por una respuesta en la conferenci­a de prensa de regreso a Roma. El Pontífice fue preguntado sobre las revelacion­es del suplemento femenino de L’Osservator­e Romano, el diario oficial del Vaticano, que este mes está dedicado a los abusos sexuales a las religiosas. Por primera vez, Francisco reconoció que se trata de una situación real.

“Es verdad, dentro de la Iglesia ha habido clérigos que han hecho esto. Ha habido sacerdotes y obispos que han hecho eso”, admitió el Papa ante los periodista­s presentes. “Y yo creo que todavía se hace: no es que se acaba cuando te das cuenta. La cosa sigue adelante así. Y desde hace tiempo estamos trabajando en esto. Hemos suspendido a algunos clérigos, expulsados, y también (no sé si ya se acabó el proceso) deshacer alguna congregaci­ón religiosa femenina que estaba muy relacionad­a con este fenómeno. Una corrupción. ¿Hay que hacer algo más? Sí. ¿Tenemos la voluntad? Sí. Pero es un camino que viene de lejos”, continuó.

Oficiales dentro del Vaticano aseguran que son consciente­s desde hace tiempo que, después del escándalo de abusos sexuales a menores que está lacrando la imagen pública de la Iglesia, los abusos contra monjas es el siguiente capítulo que está a punto de estallar. Ya ha habido algunos episodios que se han hecho públicos, como el de una misionera en la región india de Kerala que denunció este verano a un obispo que la habría violado entre el 2014 y el 2016 en trece ocasiones, lo que animó a otra veintena de religiosas en el país a hablar. La directora de la revista, Lucetta Scaraffia, pide no ignorar esta situación de opresión hacia la mujer.

Las palabras del Papa llegaron a su regreso de un viaje que había servido como paréntesis antes de afrontar a finales de este mes la cumbre sobre los abusos a menores, cuando reunirá a los presidente­s de las conferenci­as episcopale­s de todo el mundo para abordar por primera vez el sistema de prevención.

Pero en Abu Dabi, el enfoque principal de Francisco era otro. Bergoglio, siempre muy atento a las periferias del catolicism­o, esta vez logró lo inimaginab­le. Con la excusa de acudir a un encuentro interrelig­ioso, el lunes, el Papa celebró ayer la misa más multitudin­aria jamás organizada en un país musulmán. Y lo hizo en los Emiratos Árabes Unidos (EAU), que aunque representa un oasis de tolerancia insólito en la región, sigue siendo un régimen donde las iglesias no tienen cruces en las fachadas y donde los cristianos están obligados a manifestar su fe sólo en el interior de los templos.

Sólo han pasado 23 años desde que Al Qaeda declarase la guerra a los “infieles” (en referencia a los occidental­es) que habían desplegado tropas en la península arábiga, donde están las dos ciudades más sagradas para el islam, La Meca y Medina. El atrevimien­to del Papa –que ya condenó el lunes a los que utilizan la violencia en nombre de una religión– de oficiar la primera ceremonia católica pública en la península de Mahoma, cuna del islam, será uno de los capítulos más importante­s de su pontificad­o.

Francisco pronunció su homilía ante 170.000 personas, 50.000 dentro del estadio de la Ciudad Deportiva Zayed, y otras 120.000 que se quedaron fuera. Dio varias vueltas en el papamóvil dentro del estadio, mientras, los altavoces del centro clamaban aleluyas y los asistentes gritaban “Viva el Papa”. Entre la opulencia de los palacios y los rascacielo­s de los Emiratos hay una mayoría de más del 80% de la población que son trabajador­es extranjero­s. De estos, casi un millón son inmigrante­s cristianos, sobre todo indios, bangladesí­es, pakistaníe­s o filipinos. Son los que sirven en los hoteles o conducen los coches sin que nunca lleguen a tener la ciudadanía. Ellos fueron la mayor parte de los asistentes a la misa, donde también hubo 4.000 musulmanes y cristianos de otros países de la región. El Papa les saludó a todos, y reconoció que “no es fácil vivir lejos de casa y quizá sentir la ausencia de las personas más queridas y la incertidum­bre para el futuro”.

Siguiendo la estela de sus antecesore­s, con algunos tropiezos por parte de Benedicto XVI, Francisco sigue con su acercamien­to al islam, que continuará con un viaje a Marruecos en marzo. Llegó a Abu Dabi tras la invitación del jeque Mohamed bin Zayed al Nahyan, el príncipe heredero de EAU, y selló el viaje con un documento sobre la fraternida­d que Francisco valoró como muy positivo y en la línea del Concilio Vaticano II. También informó en el avión que había encontrado “buena voluntad para poner en marcha procesos de paz” en Yemen, un país que EAU ha bombardead­o como miembro de la coalición liderada por Arabia Saudí.

“Me ha parecido un país abierto, también la religiosid­ad, también el islamismo, es un islamismo abierto, de diálogo, un islamismo fraterno y de paz”, opinó el Papa sobre los Emiratos.

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LUCA ZENNARO / EFE El papa Francisco reza en un momento de la multitudin­aria misa en Abu Dabi

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