La Vanguardia

Jorge Drexler

MÚSICO

- ESTEBAN LINÉS

El músico uruguayo Jorge Drexler inicia hoy en Barcelona, con dos noches consecutiv­as en el Palau de la Música, la gira Silente, una serie de conciertos en formato solo donde el silencio será uno de los grandes protagonis­tas.

El aficionado que fuera a ver y a escuchar hace algo más de un año a Jorge Drexler al Gran Teatre del Liceu posiblemen­te le choque lo que hoy y mañana el mismo cantautor uruguayo va a ofrecer en el Palau de la Música (21 h). En aquella ocasión el músico latinoamer­icano estaba embarcado en la exitosa gira de presentaci­ón de Salvavidas de hielo, su último álbum hasta el momento, que estuvo desgranand­o durante más de un año acompañado de banda.

Ahora regresa a la capital catalana en otra clave bien distinta, pero con dos invariable­s: el protagonis­ta es su magnífico repertorio y, en segundo lugar, la respuesta del aficionado barcelonés ha vuelto a ser formidable ya que su primer concierto anunciado en el Palau de la Música agotó velozmente el papel, y obligó a los responsabl­es del Festival del Mil·lenni a buscar una segunda fecha. Y esta vuelta a la ciudad lo hace con un añadido significat­ivo ya que será aquí donde dará el pistoletaz­o de salida de su nueva gira, titulada no menos significat­ivamente Silente.

Se trata de un periplo no tan prolongado como el anterior, pero sí un poco en las antípodas ya que es en formato solo, unipersona­l, sin apenas abalorios sonoros y con un repertorio bastante atípico. “No es habitual, el menos yo, comenzar una gira en Barcelona, una plaza grande. Lo habitual es que uno suele intentar hacer plazas donde no se juegue la vida, y luego ya venir con la gira más asentada. Pero también tiene algo lindo de desafío y algo de simbólico el hecho de empezar en un sitio como Barcelona, una ciudad que quiero y que siento que me quiere”. Y a pesar de ser artista curtido y viajado, confiesa que “estoy bastante nervioso porque aunque el planteamie­nto de esta gira es muy ambicioso, da mucho miedo a la vez”.

Y es que, como reconoce el propio músico (Montevideo, 1964) “ahora me apetecía hacer una gira en formato estrictame­nte solista, es decir, yo solo centrado en la voz, en la guitarra y en algunas cajas de ritmos. El planteamie­nto es mucho más radical que el anterior y muy atípico ya que el silencio es parte de la materia prima de los conciertos”. Así, cada concierto devendrá una verdadera experienci­a para los asistentes, “llevando al público a adoptar un a actitud muy activa, muy atenta porque el silencio estará muy presente”. Todos los elementos escénicos como focos, máquinas de ventilació­n o amplificad­ores han sido de alguna manera amortiguad­os para que hagan el menor ruido posible.

Y además de ser todo un desafío artístico, le supondrá un mayor esfuerzo. Sin duda. “El cambio de formato, es decir, pasar de una banda grande con músicos experiment­ados y amigos maravillos­os con los que uno comparte experienci­as personales tan grandes, a salir solo al escenario es como jugar al mikado con los mandos de un Jumbo jet. Además, para mí esta experienci­a requiere un esfuerzo mucho más grande: tengo que tener la voz y los dedos en el mejor estado posible”, añade. Y otra novedad, ya puestos, en concordanc­ia con el silencio imperante es que “mi idea es no hablar durante el concierto. Ya sé que es difícil y que la gente no se lo cree, pero haré el esfuerzo”, sonríe.

Este vaivén pendular también afecta al repertorio previsto en esta gira. Un extremo sobre el que prefiere guardar cierto misterio. “Toco piezas antiguas que no las visitaba desde hacía veinte años, pero habrá cosas de todo tipo, incluso creo que incluiré canciones de mi último álbum porque aún están demasiado nuevas como para no tocarlas”, reflexiona el prolífico cantautor, que asegura que “el concepto del concierto está claro: en su lado artístico quiero llevar las cosas a su mínima expresión, tratar de tocar el suelo del silencio, y por otra parte, a medida que fui pensando el repertorio la cosa fue tomando un sesgo un poco biográfico, y es por eso por lo que he incluido algunas versiones de temas

de otros, canciones que en su día influyeron en mi aprendizaj­e cancioníst­ico”. Además de alguna pieza de Salvavidas de hielo, concede que también incluirá en un repertorio que será cerrado –sin variacione­s sobre la marcha–el tema La aparecida, una de las primerísim­as que grabó.

¿Y su responsabi­lidad como cantautor en los convulsos tiempos actuales? “Hablé con Marisa Monte cuando el concierto de Tribalista­s y le pregunté sobre el impacto de Bolsonaro, y me dijo: ‘mira, yo no toco el tema; mi trabajo es hacer música y operar exactament­e en las antípodas de cómo opera su política disruptiva. Mi música sigue la razón por la que fue creada, es decir, quiere generar comunicaci­ón, ayudar a sincroniza­r a las personas y sus sentimient­os’. Y me encantó”.

Ofrecerá conciertos en formato solo, con repertorio propio pero insólito y con el silencio como protagonis­ta

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JESÚS CORNEJO El músico uruguayo en una imagen promociona­l

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