La Vanguardia

La pianista

- Jordi Llavina

Hace unos días me encontré con un amigo de la infancia del que hacía años que no sabía nada. A pesar de nuestras cabezas arrasadas de pelo, nos reconocimo­s a la primera: la honda huella de la fisonomía permanece. “¿Cómo te va?”, le pregunté. Él, cargándose de un plumazo treinta años de silencio, me propuso tomar un café en el bar Kiwi de Vilafranca. “Me gustaría contarte algo”, añadió.

Los prolegómen­os sobre la familia –veinte años de separado; dos hijos mayores, más que veinteañer­os– y el trabajo –profesor de lengua en un instituto– ocuparon los primeros cinco minutos de su monólogo de casi dos horas. Yo tomé un flat white; él, un cappuccino (se lo elogió a Isma, el dueño del bar). “Me ha pasado algo que…”, siguió diciendo. En mi lejana memoria, se me aparecía como un niño algo taciturno, que no solía mostrar demasiado sus emociones. Recuerdo que un día lloró en clase –tendríamos unos siete años– porque una niña le afeó que todavía no supiera nadar. Ese algo reciente le ha marcado la vida, que aún no es capaz de determinar qué rumbo va a tomar a raíz del arreón. Es algo que, por supuesto, no esperaba. A los cincuenta, ¿cómo puedes aceptar que te enamores de ese modo?

La chica es pianista, profesora de música en una escuela, y vive en el extranjero. No muy lejos, pero tampoco muy cerca. “Eso qué más da, cuando se ama” –le invité a considerar–. “No es tan fácil”, respondió. Me contó que ella también se había enamorado, pero todavía no se habían visto. “¿Es eso posible?”, inquirí. “¡Vaya si lo es!”, contestó. “Aún no la he besado, es cierto. Pero creo que la conozco mucho mejor que a la inmensa mayoría de personas con las que trato. Incluso mejor que a todas las mujeres a las que he creído amar”. Me sorprendió el uso del participio creído. La pianista ha puesto en jaque su forma de concebir el amor. Mi amigo, en su encrucijad­a vital, me recordó el poema The road not taken ,de Frost.

“Ha puesto un espejo de cuerpo entero –o mejor: de alma entera– delante de mí. Mirarme de frente u optar por seguir en la zona templada: esta es la cuestión. Su aparición me obliga a examinar toda mi vida con otra luz. Entonces, ¿amar es esa experienci­a radical que me propone ella?”. Intercambi­amos nuestros teléfonos. Le aseguré que le daría una respuesta en unos días. Voy a sugerirle que vuele para Alemania este mismo mes y deje de marear la perdiz.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain