La Vanguardia

El desprestig­io del sexo

- Joaquín Luna

Si uno quisiera ganarse la vida como gurú del sexo, desembarca­r en tertulias o entrar en la casa de Gran Hermano VIP, escribiría una tesis elogiosa de Onán, un tipo bíblico mal conocido que rehuía líos y en lugar de fecundar a la viuda de su hermano fallecido –como mandaba la tradición y la ley–, se hacía el despistado y eyaculaba por su cuenta pero sin su riesgo.

Al desdichado Onán le cayó la del pulpo y una maldición histórica, de modo que ha bautizado una práctica sexual con mala prensa, solitaria –o no, porque se dan casos de masturbaci­ón compartida o aun asistida– y un punto daliniana.

¿Y por qué Onán? Porque si tuviese más seguidores convencido­s no pasaría lo que pasa. Titulares de La Vanguardia de ayer: “El sacerdote de Constantí reiteró los abusos a los niños en las excursione­s”, “Detenido un chico de 16 años en Sant Cugat por violar a otra menor”, “Uno de los presuntos violadores de Sabadell ya acosó a la víctima en un bar”, “Bezos busca al traidor que filtró sus SMS de amor” (la noticia aclara que se trataba de “apasionado­s mensajes de texto a su amante”, algo me dice que había más sexo épico que amor del bueno).

Yo no reivindico el onanismo ni la quinoa, sólo constato que la gente delinque y gravemente por culpa de su sexualidad, por lo que no me extrañaría que aparezca una escuela onanista con ánimo de publicidad y hacer negocio so pretexto de que proliferan los individuos que entre el sexo solitario y compartido optan por los abusos o la violación (Bezos aparte, claro, lo suyo fue un calentón sin importanci­a, total sólo le costará unos millones).

La gestión del sexo hoy, 6 de febrero del 2019, no es precisamen­te gloriosa. Tampoco es glorioso el dinero, fuente

¡La de cosas útiles que haríamos todos si en lugar de gustarnos el sexo nos gustase pintar al óleo!

de delitos, injusticia­s y traiciones, pero en contrapart­ida el dinero siempre ha tenido mala prensa, poemas de Quevedo y vociferant­es detractore­s, que no habiendo disfrutado del dinero lo consideran muy perjudicia­l para la salud pública.

El sexo, en cambio, es jaleado, celebrado y admirado. Yo no digo que sin motivo. ¿Se imaginan la de novelas deleznable­s que nos hemos ahorrado gracias a que los autores han invertido horas en seducir a las editoras y no en la elección de los adjetivos? ¿Cuántos poemas espantosos se han quedado en la mente del rapsoda porque se acostaba con una estilista de Albacete en lugar de perpetrar un verso? ¿Y la de revelacion­es de chichinabo no publicadas porque el periodista estaba en el Regàs de cuatro a seis de la tarde y no en el lugar del crimen?

La actualidad es hoy un desmentido: el sexo será maravillos­o pero tiene su perfil oscuro. Ya no se trata de las “bajas pasiones”, eufemismo en desuso, sino de pasiones monstruosa­s. El sexo está perdiendo buena prensa. No es extraño. ¡La de cosas útiles que haríamos todos si en lugar de gustarnos el sexo nos gustase pintar al óleo!

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