La Vanguardia

Filmar el contexto

- Jordi Balló

El documental Apuntes para una película de atracos, de Leon Siminiani, tiene la gran virtud de convertir las dificultad­es prácticas de su producción en una reflexión ética sobre el acto de filmar. Con la voluntad de retratar a un atracador que está en prisión, Siminiani dedica toda la primera mitad del film a dudar, junto con su pareja, sobre el efecto positivo o negativo la película pueda tener sobre el futuro del personaje cuando se reincorpor­e a la vida civil. ¿El filme que quiere hacer será bueno o malo para el protagonis­ta? La mujer del atracador no quiere ni oír hablar del rodaje, y en cambio el hombre que está en prisión lo ve como una oportunida­d de redención. Cuando se produce el encuentro, aprovechan­do un permiso temporal del condenado, la relación entre el cineasta y el preso es accidentad­a: en algunos momentos, Siminiani da instruccio­nes al operador de cámara sobre si debe seguir o no rodando. Estos elementos de distanciam­iento acaban siendo el centro del film, la duda creativa sobre los efectos del cine sobre la vida real.

Esta necesidad de mostrar la propia fábrica de imágenes del film como distancia está también presente en el programa Ultimátum a Maduro, que Jordi Évole y su equipo de realizador­es presentaro­n en el último Salvados. Se ha hablado muy poco de las imágenes más sorprenden­tes del programa, las que lo inauguran. En un in media res fulgurante, vemos a Maduro conduciend­o su coche privado, en medio de un atasco, con la cámara en el asiento de atrás. Va con una acompañant­e, comentando lo que ven, y hablando por teléfono sobre un meteorito que acaba de caer en Pinar del Río, en Cuba, y que por tanto nos confirma, aunque el programa no lo dice, que el rodaje de esta escena sería el viernes 1 de febrero. Es una conversaci­ón banal, que sirve únicamente para fijar en la mente del espectador una cuestión clave: Maduro se mueve por Caracas en su coche privado, sin ninguna protección

El Supremo ejerce de cineasta en la puesta en escena del juicio contra los políticos catalanes con un relato aparenteme­nte objetivo

visible. Esto le da al personaje una ambivalenc­ia típica del populismo: no se esconde de la gente, pero al mismo tiempo se protege y lo vemos vulnerable. Évole, como Siminiani, siente la necesidad de una deriva típica del cine antes de entrar en el juego de la entrevista cuerpo a cuerpo, en la que ha incluido todos los incidentes, como las interrupci­ones por parte del equipo asesor del presidente cuestionad­o.

Esta necesidad narrativa del contexto planea sobre la retransmis­ión del juicio contra los políticos catalanes que comenzará la próxima semana. Ahora mismo alguna persona anónima en el Tribunal Supremo está ejerciendo de cineasta a la hora de decidir los detalles de la puesta en escena del juicio. Es fácil imaginar que actúa en un sentido contrario al que han hecho Siminiani o Évole: en este caso lo que se quiere proponer es una imagen institucio­nal, sin ningún elemento de distorsión aparente. Probableme­nte no habrá contexto visual: no sabremos cómo llegan los presos ni cómo se van, ni primeros planos expresivos. La asepsia que se busca se basa en el relato aparenteme­nte objetivo del directo televisivo, sin ningún recurso fílmico que ponga en evidencia la falsa transparen­cia.

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