Estudiar o trabajar o qué
Adrián Ben (20) es un atleta importante. Uno de los mejores mediofondistas que hay ahora en España. El atletismo le hizo un nómada. Es gallego y vive en la residencia Blume, en Madrid. Estudia Fisioterapia en la Complutense.
La semana pasada incendió las redes. Contaba la experiencia que había vivido hace unos días, cuando fue a pedir que le cambiaran el turno en unas prácticas.
Escribió, literalmente:
“Hoy he hablado con mi profesor de la uni (UCM) para avisarle de que, debido a mi preparación y mis competiciones, me sería imposible asistir a dos prácticas obligatorias; si habría alguna posibilidad de recuperarlas. Su respuesta ha sido: ‘Esto es la universidad, hay que elegir una cosa o la otra’”.
A grandes rasgos, la comunidad se puso de su lado. Aparecieron centenares de mensajes del estilo:
“El día que consideremos el deporte como una profesión, se entenderán casos como el de Adrián Ben”.
O también: “La triste realidad del 99% de las universidades españolas con nuestros deportistas”.
O también: “De auténtica vergüenza la respuesta de tu profesor. Mediocre actitud la que ha demostrado tener”.
Fui leyendo muchas de aquellas respuestas, todas de un tono similar.
Entré en modo bucle, en un espacio repetitivo, hasta que un mensaje me hizo detenerme: “Os vais a tirar a mi cuello, pero: ‘¿Por qué debería tener más privilegios un deportista de élite que un cajero del Carrefour?’”.
(...)
Lo confieso.
Llevo días pensando en esa reflexión. Busco y busco y no hallo argumentos para contrarrestarla. ¿Cuál es
No veo por qué debería tener más atención en la universidad un deportista de élite que un cajero del Carrefour
la diferencia entre un deportista de elite y un trabajador de a pie?
¿Acaso el cajero del supermercado no lo hace lo mejor que puede, y cumple su horario, y respeta a sus compañeros, y se desvive por recibir su sueldo y llegar a final de mes? ¿Acaso la universidad no debería concederle un permiso cuando lo necesitara?
Dándole vueltas, me acordé de una historia que me habían contado hace tiempo. Pep Guardiola llevaba años jugando en el Barça. Era un tipo muy popular y estudiaba INEF. Un día, unas prácticas obligatorias coincidían con la concentración para un partido. Guardiola fue a pedirle permiso a una profesora asistente.
Se le acercó y le preguntó: –¿Cree que podría hablar usted con la profesora titular y conseguir que me pasaran las prácticas para otro día? En esos días tengo que reunirme con mis compañeros...
La profesora le respondió: –¿Cómo se llama usted y qué deporte practica?
Guardiola no acabó INEF.