Shiffrin también impone su ley en Are, y Vonn sufre una caída
En apenas unos segundos, los aficionados al esquí alpino vivieron las dos caras del deporte. Mikaela Shiffrin, de 23 años, saltó primera a la pista de Are (Suecia), donde ayer empezó el Mundial, y completó un supergigante perfecto para sumar su primera medalla de oro de la especialidad en una prueba que, teóricamente, no es el fuerte de esta auténtica bestia del deporte. Detrás de la norteamericana comenzó su descenso Lindsey Vonn, que acabó por los suelos en la que debe ser su penúltima aparición en la competición de alto nivel. Su despedida está fijada para el domingo en el descenso.
La caída de Vonn, un mito del esquí con 82 triunfos en la Copa del Mundo, cogió a Shiffrin, el presente y el futuro de este deporte, aún en la pista, borrando de su rostro la sonrisa por el triunfo. Subirse al podio y colgarse el oro se la devolvió. La norteamericana, que competía por primera vez en un supergigante del Mundial, aventajó en 0.02 segundos a la italiana Sofía Goggia (plata) y en 0.05 a la suiza Corinne Sutter (bronce).
Este es el cuarto título mundial para Shiffrin, que no parece tener techo al estar batiendo todos los récords a pesar de su juventud. En su palmarés ya figuraban los oros en slalom en los Mundiales de Schladming’13, Vail Beaver Creek’15 y St. Moritz’17. “Es de locos, no esperaba ganar el supergigante. Ha estado muy apretado con las tres primeras en apenas cinco centésimas”, remarcaba la campeona a ARD nada más finalizar la prueba.
Otras candidatas a medalla como la austríaca Schmidhofer o la eslovena Stuhec no tuvieron su día y quedaron lejos del podio.