“Si fuéramos ladrones no habría trabajado en casa de Trump”
Dos exempleadas simpapeles del club de golf del presidente asistieron al discurso
Llevaba años haciendo su cama, lavando yplanchando su ropa. Pero cuando comenzó su carrera presidencial y llegó ala Casa Blanca, Vicky Morales descubrió aun apersona muydistinta alDonaldTrump para el que trabajaba como ama de llaves en su club de golf de Bedminster.
“Que si los inmigrantes somos unos ladrones, unos violadores... Si fuéramos unos ladrones yo no habría tenido la oportunidad de trabajarenla casa de él”, afirmaMorales, una guatemalteca de 45 años que ni tiene ni tenía “papeles bue- nos”, legales, cuando estaba empleada por la empresa del ahora presidente. Harta de humillaciones de puertas adentro y de insultos públicos a los inmigrantes, Morales decidió en diciembre hablar con The New Yok Times. Ya no volvió al trabajo. No había visto a Trump en persona desde agosto. Ayer pudo mirarlo desde la tribuna de invitados del Congreso durante el discurso sobre el estado de laUnión. A sulado, SandraDíaz, lapersonaque la formó como limpiadora y que –como “decenas” de empleados más, dice– tampoco tenía papeles.
¿Qué las llevó a hablar, a pesar de los riesgos? “Fue para gritar lo que unovive ahí. Avecesmemandabaa limpiar la suite yme echaba a llorar dentro. ‘Señor, ¿qué hago?’, me decía... Nunca pasó por mi mente hablar, hasta que exploté. Medije que tenía que hacerlo. Que simedeportan, que me deporten. No me arrepiento. Ahora me siento libre”, explica Morales, que tiene papeles que demuestran que había trabajadoen el club desde el 2013.
“Al principio me gustaba, era un lugar muy bonito. Pero siempreme sentí humillada por el trato. No me decían ni gracias. No tuve un sábado y domingo de descanso. Al ver cómo hablaba él (Trump) de nosotros en televisión me decía ‘claro, por eso es que nos tratan mal aquí y nos dicen que somos estúpidos y burros’. La supervisora me decía cosas como que su perro entendía másinglésqueyo”, cuentaMorales. “Ahoramesiento bien. Esunplacer hablar con tanta gente que me escucha ”, nos dice en la oficina de la congresista demócrata Bonnie W. Coleman. Su caso está en manos de un abogado, que ve en él elementos de trata de personas. La empresa, sostiene, sabía queno tenían papeles.
Sandra Díaz fue la persona que la formó como ama de llaves .“En Costa Rica, en mi pueblo, había mucha gente que ya trabajaba en Nueva Jersey. Unos amigos nos invitaron a visitarles para ver la nieve”, recuerda. Eradiciembre del 2009. Suamigo trabajaba en el club y les animó a quedarse. “Nos dijeron que aquí había muchas oportunidades”. Le pidió dos fotos de carnet, le devolvió un sobre con unos papeles y le dijo que, si estaba interesada, su mánager la recibiría ese domingo. “Me dijo que cuando preguntara por mis papeles le diera el sobrecito”. Asílohizo. Losfotocopiarony le dijeron que no los sacaramás. El lunesempezóa trabajar.
“Muchos de mis supervisores eran tic os( costarricenses) ymedieron la oportunidad decrecer, aparte de que amíme gusta mucholim-
“Trump nos ha usado dos veces: para sus empresas y para llegar al poder”, afirma Díaz, su ex ama de llaves
piar”, dice riendo. Se encargó de la casa de Trump y su hija Ivanka. “Desde sus calcetines hasta sus trajes enteros, los he lavado, planchado... Amí el señor Trump siempre me trató con respeto. Siempre daba los buenos días. A veces medio propinas. Amímehadicho‘ you did a really good job (Has hecho realmenteunbuen trabajo)’”.
Díaz se encargaba de entrenar a otras mujeres que llegaban, casi todas hispanas. Entonces apareció una polaca, cuenta, que tenía papeles y hablaba inglés. Díaz fue ascendida a supervisor a pero a los tres días le dieron el puesto a la polaca, porque era legal. Díaz se quejó de cómo trataba alas mujeres .“Las llamaba indias estúpidas, las empujaba ...”. Secansa ron de oírla .“Me dijeron que si seguía así, inmigración llamaría a mi puerta y se nos llevarían a todos”, dice. El día que un accionista del club le ofreció trabajar en su casa no se lo pensó y se fue. Era elaño2013. Morales la sustituyó comoamade llavesdeTrump.
Díaz tiene ahora residencia legal en Estados Unidos. Cuando escuchaba lo queTrumpdecía de los inmigrantes temía por sus excompañeras. “Cómo debe de estar pasándolo ahorita”, se preguntaba. “Cuando una persona es abusada tanto tiempo, el abuso se vuelve rutina”. Morales la llamaba amenudo llorando. La animó a hablar con su abogado y quiso apoyarla en público. “Si hubiera salido sola se podría decir que había sido un error. Yo soy la prueba de que esto pasa desde hace años y sigue pasando. No podía darme la vuelta ”. Desde que hablaron, la fa mil iaTrump han despedido a decenas de personas de sus campos de golf. No sabían que eran indocumentados, dicen.
“Esto no termina aquí. Hay muchas mas personas que han trabajado muchos años para el señor Trump que van a salir. Se va a ver que no es sólo la historia de dos personas. Él nos ha usado dos veces: para tener sus negocios y para llegar al poder”, concluye Díaz. Su esperanza, que el Congreso adopte una reforma migratoria que alivie la situación de los once millones de indocumentados que hay en el país: “Somos dos aquí, pero son tantas historias que yo sé que Dios nos va a ayudar y esto va a pasar”.