Un relator... ¿para qué?
El segundo intento de diálogo apenas duró una hora. Fue el martes por la tarde. El presidente de la Generalitat, Quim Torra, convocó la mesa de partidos catalanes y, al poco de comenzar, extrajo de la carpeta los dos folios con los 21 puntos que le hizo llegara PedroSánc he zen diciembre, cuando se vieron en Barcelona. La con se llera Elsa Ar ta dino veía claro poner sobre la mesa un documento incendiario para la otra parte, pero Torra insistió. Miquel Iceta cogió los papeles, les echó un vistazo, comentó que sobre eso no podía abrirse ningún diálogo, y el president no insistió. Retrocedamos en el tiempo: Torra le entregó esos puntos a Sánchez la víspera del Consejo de Ministros celebrado en Barcelona, en un momento en el que el independentismo oficial hacía equilibrios con sus sector es más radicales, que amenazaban con colapsar la ciudad para protestar contra los “invasores”. Sánchez hizo caso omiso.
Uno de esos 21 puntos era la exigencia de una mediación internacional. Esta idea siempre ha estado presente en el independentismo. Y Carles Puigdemont es uno de sus mayores defensores. En los días previos a la declaración unilateral de octubre del 2017, el entonces presiden t intentó que Suiza ejerciera de mediador entre los dos gobiernos, sin éxito. Para los independentistas, su pondría el reconocimiento de una negociación bilateral al mismo nivel, como si se tratara de dos estados. En una conversación que el expresident mantuvo con Pablo Iglesias en noviembre pasado sobre las opciones de apoyar los presupuestosdel Estado, Puigdemontinsistió en la idea, pero el líder de Podemos le hizo ver que eso no sería viable y le propuso buscar una figura más asumible, algún expolítico o experto español… Iglesias se lo explicó a Pedro Sánchez, quien no se pronunció, y también aIñigoUrkullu, durante una entrevista en Vitoria, a quien le pareció bien la propuesta. En ese marco de especulaciones salieron are lucir nombres, comoel deunprofesor vasco.
En este tiempo, el mediador internacional pasó a ser nacional y luego dejó de ser mediador para convertirse en relator, fiduciario, notario, facilitador... Y no entre gobiernos, como pedía Puigdemont, sino entre partidos. El Ejecutivo central pensaba que había embridado la exigencia del expresident encauzándola por una vía transita- ble que respeta la Constitución y el Esta tuty que permitiría al independentismo justificar el apoyo ala tramitación del presupuesto en pleno juicio a sus líderes presos. La cuadratura del círculo.
Lo más curioso esquelas dos partes pactan lo accesorio, pero no lo esencial: un relator… ¿para qué? ¿quién se reúne? SegúnelGobierno central, para ayudar a la mesa de partidos catalanes que se reunió el martes (en la que están también los comunes, pero no Cs, PP y laCUP). Según el Govern de la Generalitat, para una mesa de partidos españoles que ahora no existe. Y, según fuentes de la negociación, podría ser de una nueva mesa de partidos en la que estuvieran los independentistas, el PSOE representado porelPSCenla figura de Iceta, los comunes y Podemos. Coordinados por el dichoso relator, que se busca ahora en el ámbito catalán.
Sánchez tiene esperanzas de que este movimiento le permita aprobar el presupuesto y concluir la legislatura en el 2020. Sin ese espaldarazo, la cuenta atrás de la legislatura empieza demasiado pronto para él. Pero no calculó la virulenta reacción del PP y Cs. Al fin y al cabo, no hace tanto Urkullu ejerció como mediador entre Rajoy y Puigdemont, y nadie lo consideró una “humillación”. Para PabloCasadoy Albert Rivera, es una oportunidad de abrir una cuña en el PSOE, donde los barones territoriales ya han dado muestras de nerviosismo. Así que el relator que debía servir para apuntalar a Sánchez en la Moncloa puede acabar desestabilizándole. A no ser que la ola en contra del presidente permita a los independentistas justificar un sí. Cosasmásraras se han visto.
El notario podría estar enunanuevamesade partidos catalanes, enla queelPSOEdelegaraen elPSC, yconPodemos